La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días, nace un 6 de abril de 1830 cuando su fundador, Joseph (“Joe”)
Smith Jr., no tiene más que 25 años. Joe, que era un chico de escasa
instrucción, pregona una doctrina
influida por los metodistas, aunque no exenta de brochazos de comunismo,
fetichismo, hebraísmo, islam,
maniqueísmo…
Joe afirma que a los 14 años tuvo una visión que le llevó (guiado por un
ángel) a descubrir enterrado el “Libro Mormón”, que narra la historia desde
2200 años antes de Cristo, según la cual el patriarca judío Jared se estableció
en los Estados Unidos.
Ya en tiempos de Jeremías un judío de Jerusalén, Lehí, llegó a ese
territorio con su familia, en una barca, fundando una gran tribu. Los dos hijos
de Lehí tomaron el control cada uno de una parte de la tribu, enfrentándose
durante siglos. Por malvados, los de Neftí fueron derrotados, pero como los de Laman
no eran mejores, Dios les castigó convirtiéndoles en… ¡indios!
Para el 420 a. C., de todo aquel conflicto no quedaba más que un
superviviente, un tal Mormón que fue quien dictó el libro de oro que Smith
encontró enterrado.
Cristo visitó los EEUU después de su resurrección, antes de ascender al
cielo. Allí predicó a la multitud, escogió doce apóstoles y fundó la iglesia de
los Santos de los Últimos días. Como vimos, ya en 1830 la nueva religión emerge
a la luz pública.
Bueno, pues con estos mimbres, y las influencia externas indicadas, Joe
lanza su secta y empieza a tener seguidores. Pero su vida parece un poco
alejada de lo que se supone que debe ser la de un líder religioso.
A principios de 1831 es expulsado de Kirtland (Ohío), embreado y emplumado,
sufriendo la pena (y la rechifla) destinada a chorizos de poco nivel
(descuideros, tahúres…). Algo después crea una Caja de Ahorros ilegal. Desde
luego aquello fracasó y en 1838 la justicia quiere echarle mano. Joe escapa al
estado de Missouri, pero de ahí también es expulsado por indeseable. Por
entonces empieza a transmitir a sus seguidores sus “visiones” y sus profecías
que, al no resultar cumplidas, producen grandes discusiones, incluso armadas,
entre sus adeptos.

En 1839 funda la ciudad de Nauvoo, en Illinois. Parece que allí perdió la
cabeza. Se autonombró teniente general, alcalde, miembro del consejo y de la
corte municipal, sumo sacerdote, vidente, profeta, juez y traductor
"divinamente inspirado". Joe, además, se postuló como candidato a la
presidencia del país, comisionando a 2.000 agentes para su campaña.
En 1843 en Nauvoo tiene una revelación que le descubre las bondades de la poligamia
que él ya practicaba, pues llegó a tener 46 mujeres (otros lo reducen a “sólo”
30), algunas solteras, otras casadas previamente e incluso una niña de 13 años.
En el periódico que edita en Nauvoo, publica artículos antiamericanos. El
gobierno le avisa de que se lo va a cancelar y él lo destruye echando luego la
culpa de los destrozos a sus enemigos. En su demencia declara la guerra a su
propio país y el gobierno federal, claro, le encarcela, permaneciendo en
prisión acusado de falsificación, desfalco, encubrimiento y fuga; le acompaña
en chirona su hermano Hyrum.
Pero en Junio de 1844, doscientos indignados ciudadanos se presentan en la
cárcel de Cartago (Il.) y, aunque Joe se defendió pistola en mano, ambos
hermanos murieron linchados, harto el pueblo de tan indeseable personaje.