V.-
JUEVES SANTO
El jueves al atardecer
comienza la auténtica Pasión del Señor.
Para hacer la cena de
Pascua los apóstoles, siguiendo las instrucciones de Jesús, prepararon una sala
(el llamado Cenáculo) en un primer piso, acaso propiedad de un seguidor de
Jesús,de una casa situada en un barrio al sur de la ciudad. Allí, a la luz de
las teas, tuvo lugar lo que se ha conocido como la Última Cena, que, por
cierto, no tuvo nada que ver con lo que podemos ver en la abundante y conocidísima
iconografía sagrada al respecto. Pero eso es para otro día.
En esa cena, se produjeron
cuatro hechos destacados. El primero fue que el Maestro dio a conocer que iba a
ser traicionado por uno de los Doce, lo que venía a demostrar que conocía con
anticipación su fatal destino. Por tanto, su sufrimiento, su Pasión, ya le
acompañaba desde tiempo atrás.
El segundo que se
humilló voluntariamente ante sus 12 amigos. Con una toalla enganchada en el
cíngulo que ceñía su cintura y una jofaina con agua recorrió el puesto de cada uno
de ellos lavándoles los pies y secándoselos. Pero hay que valorar dos
circunstancias concretas: una que el que le iba a traicionar estaba sentado a
la mesa y Jesús le dio el mismo trato que a los otros más leales; y la otra que
la acción del rabí no era una simple humillación, era una superlativa
humillación porque lo que estaba haciendo Jesús era una tarea reservada a los esclavos.
Eltercero es, claro,la
institución de la Eucaristía; sin duda alguna, por más que repetido, el acto
central de la vida religiosa del cristiano. No son estas líneas las adecuadas para
profundizar en un hecho tan trascendental para el cristianismo, pero si querría
decir que son muchos los teólogos (sobre todo protestantes) que fijan en este
momento no solo la institución del sacramento, sino la mismísima fundación de la
Iglesia (tengo para mí que para devaluar un poquito eltu es Petrus, y ya de paso la del pontificado romano).
Terminada la ofrenda del
pan y del vino, Judas salió del Cenáculo sin despedirse demasiado. Claro que a
nadie le extrañó, pues por su cargo de tesorero siempre tenía actividades propias
en las que los demás apóstoles no se involucraban.
Jesús, terminada la
cena, dirigió unas palabras a los apóstoles con consejos y consideraciones
diversas de orden religioso y moral,y es en este contexto en el que aparece el
cuarto “hecho destacado” a los que me refería más arriba: la formulación del
Mandamiento Nuevo, al que ya cité en la crónica del Martes Santo y al que califiqué como
una “bomba determinante” de la doctrina cristiana. “Que os améis los unos a los
otros, como Yo os he amado”. El conjunto de sus palabra sera sin duda una
despedida pues sabía (y la predicción de la traición es muestra de ello) que
era la última vez que iba a tener contacto sus amigos antes de su muerte humana.
Cuando Jesús terminó de
hablar, sin esperar el regreso de Judas partieron hacia un huerto que estaba en
las afuera de la ciudad,como a media hora de camino del Cenáculo,pero al otro
lado del torrente de Cedrón. Se hace evidente que las actividades de aquella noche
estaban planificadas pues todos sabían, y el primero Judas, que al terminar la
cena irían a Betania a dormir, aunque se detendrían a orar en un huerto cercano
al camino, y que ya habían visitado en otras ocasiones, llamado Getsemaní.
Cuando Jesús terminó de
hablar, sin esperar el regreso de Judas partieron hacia Betania, aunque estaba
previsto que, como solían hacer, se detendrían
a rezar en un huerto llamado Getsemaní que estaba cercano al camino. Se
hace evidente que todos sabían, y el primero judas, el trayecto y las paradas que
el grupo iba a hacer cuando terminase la cena.
Al llegar al huerto
Jesús se llevó con Él a Pedro, a Juan y a Santiago para que le acompañasen a orar.
Los dejó juntos encareciéndoles que rezasen y Él se apartó. Cayó de rodillas,
con el rostro en el suelo, sufriendo una angustia tan terrible que le llevó
incluso a sudar sangre[1],
pidiéndole al Padre,textualmente, “si es posible, que pase de mí este cáliz”.
Ese “si es posible” proveniente nada menos que del Cristo, del Ungido, da la
medida del sometimiento del Hijo a la voluntad del Padre.
Tras superar esa crisis
vuelve Jesús a donde había dejado orando (o eso creía Él) a los tres apóstoles
y los encuentra dormidos. Bueno, hay que comprender que el día había sido
agitado, las emociones fuertes, la cena copiosa, acaso las libaciones
abundantes y el trayecto entre el cenáculo y Getsemaní remontando la empinada
ladera oriental del valle del Cedrón no se hacía por una calzada romana
precisamente y,peor aún, de noche.
Jesús los despierta les
pide que recen con Él, vuelve a apartarse de ellos para orar privadamente,
vuelve a sentirse morir de angustia y cuando, con la ayuda del Padre, consigue
reponerse,regresa con sus amigos y vuelve a descubrir que están otra vez
dormidos. Entonces se reúnen con los que habían quedado atrás y cuando Jesús les
reconviene por su falta de tensión en la oración, aparece en el huerto Judas
rodeado de hombres armados.
Judas encabezaba una tropa
compuesta por agentes de seguridad del templo, que como hacían su servicio
desarmados no llevaban más que palos y antorchas, y por un destacamento, acaso
solo un pelotón, de soldados romanos de la Torre Antonia, vecina al Templo que
sin duda el Sumo Sacerdote había pedido “prestado” al centurión al mando..
![]() |
imagen de salirconarte.com |
Pero fuesen los que
fuesen los miembros del grupo que encabezaba Judas, este se acercó al Maestro y
le besó con fuerza. ¿Jesús le preguntó con amargura “¿Con un beso entregas al
Hijo del Hombre”, pues ese beso era la señal convenida para que la tropa
pudiese identificar entre todos los que estaban allí a quién debían detener. A
traidor y traicionado no les dio tiempo a cruzarse más palabras porque los soldados
inmediatamente se echaron sobre Él y lo prendieron,
La versión de Juan
varía un poco de la de los Evangelios Sinópticos. Según el 4º evangelista
cuando los malos le dijeron que a quien venían a buscar era a Jesús Nazareno, Él contestó sin arrugarse
“¡Yo soy!”, a consecuencia de lo cual la cuadrilla armada cayó al suelo. Luego
se volvió a repetir la conversación y ya fue arrestado. Parece que la idea de
Juan al narrar así el episodio,era transmitir que al Maestro se le detuvo porque
Él quiso, porque se dejó, pues demostró ser capaz de derrotar a los que venían a
por Él.
Bueno, pues en el quirigay
que se organizó entre discípulos y guardias por la detención de Jesús,Judas se
quitó de en medio mientras que Pedro, por su parte, sacó su espada y le golpeó
en la cabeza, cercenándole la oreja, a un tal Malco, que era uno de los hombres
de seguridad del Templo. Jesús, para apaciguar los encrespados ánimos, ordenó a
Pedro que envainase su acero, tomó laoreja del suelo y se la “pegó” otra vez en
su sitio al herido.
Detenido, maniatado y
con una soga al cuello, el Mesías fue llevado como un delincuente vulgar hasta la
casa de Anás, que era el anterior Sumo Sacerdote y, como tal y suegro de
Caifás, el hombre más influyente de Israelen cuestiones religiosas y jurídicas.
Anás procedió a interrogarle y allí, en su casa, empezó la tortura física de
Jesús, pues uno de los siervos de la casa le pegó un bofetón[2]
tras una respuesta que consideró impertinente.
Anás, comprendiendo que
la presencia del detenido en su casa suponía una cierta anomalía jurídica, lo
remitió al palacio de su yerno, el Sumo Sacerdote Caifás. Entre tanto, todos
los apóstoles se habían escaqueado menos Juan y Pedro, que seguían a cierta
distancia a su Maestro y al grupo que le conducía, Cuando metieron a Jesús en
el palacio Juan pudo pasar,pero Pedro hubo de quedarse el patio donde se reunía
el servicio de la casa.
El propio Sumo Sacerdote,
Caifás,que estaba esperando la llegada del detenido, se hace cargo del asunto
de manera personal. En realidad no se trataba de un juicio, porque este estaba
previsto para el día siguiente por la mañana, sería tal vez algo así como un vista
previa aún en la fase de instrucción. De manera que Caifás comienza un
interrogatorio entreverado con la deposición de testigos que, o tergiversaban las
palabras de Jesús o simplemente las falseaban. En realidad se le estaba
presionando para que en algún momento dijese algo palmariamente condenatorio y
así tener motivo legal para ejecutarle.
Como Jesús respondía con
manso silencio a las agresivas preguntas de los sacerdotes, Caifás, exasperado
le fuerza a que declare de forma definitiva quién es:
-Te exijo quelo declares
de una vez por todas: ¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios?
Jesús contestó
afirmativamente y, para que no hubiese dudas, se extendió brevemente sobre su puesto
en el Cielo junto a Dios Padre y como Juez eterno.Así que los sacerdotes no
tuvieron más remedio que condenarlo a muerte pues afirmar tal cosa era una
blasfemia.
Pedro, mientras tanto,
estaba en el patio con la servidumbre esperando acontecimientos cuando se
acercó a él una chica del servicio, más tarde otra y en tercer lugar un grupo
de hombres; todos le preguntaron si no era él uno de los del grupo de Jesús,
pues su acento galileo lo delataba. Pero Pedro en las tres ocasiones dijo no
saber nada de aquello ni conocer a aquel tipo de nada. Cuando hubo negado cobardemente
por tres veces su amistad, su cercanía al Maestro, cantó el gallo de un corral
cercano y entonces recordó que en el Cenáculo Jesús le había dicho que antes de
que llegase la madrugada, antes de que cantase el gallo, le negaría hasta tres
veces. Inmediatamente se arrepintió. Dice la leyenda que cuando murió tenía un
surco en cada mejilla formado por las lágrimas que de sus ojos habían brotado durante
toda su vida por la pena de haber fallado, a la primera, a su amigo y rabí.
En cuanto los
servidores de los escribas y sacerdotes que estaban aquel momento oyeron como sus
jefes le declaraban reo de muerte,la emprendieron con él a golpes, escupitajos,
patadas, puñetazos. Era un linchamiento absolutamente fuera de la ley que se
producía en presencia de unos sacerdotes que nada hicieron para detener aquello.
Los esbirros le habían puesto una sábana por encima de para golpearle sin tener
que soportar la mirada de su víctima y, entre carcajadas, le pedían que ya que
tenía poderes especiales, adivinase quién había sido su agresor
Luego, cundo se cansaron,
lo echaron en el suelo de una oscura ergástuladonde pasó la noche heldo,herido,
magullado y sin los cuidados de nadie.
© Canel
AÑO 1º de CONFINAMIENTO
[1] Sudar sangre no es una frase
hecha.Es un síndrome, hematohidrosis, que, aunque no muy habitual,está suficientemente
descrito en la literatura médica.
Siempre aparece relacionado con situaciones de angustia y otras tensiones
neurológicas.
[2] Dar un bofetón estaba castigado
por la Ley: 200 denarios con la mano abierta y 400 si se daba de revés. Mucho
me temo que en este caso la multa no es que no se cobrase, es que ni siquiera
se tramitó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario