jueves, 9 de abril de 2020

¿ DÓNDE ESTABA JESÚS EL JUEVES SANTO?


V.- JUEVES SANTO

El jueves al atardecer comienza la auténtica Pasión del Señor.
Para hacer la cena de Pascua los apóstoles, siguiendo las instrucciones de Jesús, prepararon una sala (el llamado Cenáculo) en un primer piso, acaso propiedad de un seguidor de Jesús,de una casa situada en un barrio al sur de la ciudad. Allí, a la luz de las teas, tuvo lugar lo que se ha conocido como la Última Cena, que, por cierto, no tuvo nada que ver con lo que podemos ver en la abundante y conocidísima iconografía sagrada al respecto. Pero eso es para otro día.
En esa cena, se produjeron cuatro hechos destacados. El primero fue que el Maestro dio a conocer que iba a ser traicionado por uno de los Doce, lo que venía a demostrar que conocía con anticipación su fatal destino. Por tanto, su sufrimiento, su Pasión, ya le acompañaba desde tiempo atrás. 
El segundo que se humilló voluntariamente ante sus 12 amigos. Con una toalla enganchada en el cíngulo que ceñía su cintura y una jofaina con agua recorrió el puesto de cada uno de ellos lavándoles los pies y secándoselos. Pero hay que valorar dos circunstancias concretas: una que el que le iba a traicionar estaba sentado a la mesa y Jesús le dio el mismo trato que a los otros más leales; y la otra que la acción del rabí no era una simple humillación, era una superlativa humillación porque lo que estaba haciendo Jesús era una tarea reservada a los esclavos.
Eltercero es, claro,la institución de la Eucaristía; sin duda alguna, por más que repetido, el acto central de la vida religiosa del cristiano. No son estas líneas las adecuadas para profundizar en un hecho tan trascendental para el cristianismo, pero si querría decir que son muchos los teólogos (sobre todo protestantes) que fijan en este momento no solo la institución del sacramento, sino la mismísima fundación de la Iglesia (tengo para mí que para devaluar un poquito eltu es Petrus, y ya de paso la del pontificado romano).
Terminada la ofrenda del pan y del vino, Judas salió del Cenáculo sin despedirse demasiado. Claro que a nadie le extrañó, pues por su cargo de tesorero siempre tenía actividades propias en las que los demás apóstoles no se involucraban.
Jesús, terminada la cena, dirigió unas palabras a los apóstoles con consejos y consideraciones diversas de orden religioso y moral,y es en este contexto en el que aparece el cuarto “hecho destacado” a los que me refería más arriba: la formulación del Mandamiento Nuevo, al que ya cité en la crónica del Martes Santo y al que califiqué como una “bomba determinante” de la doctrina cristiana. “Que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado”. El conjunto de sus palabra sera sin duda una despedida pues sabía (y la predicción de la traición es muestra de ello) que era la última vez que iba a tener contacto sus amigos antes de su muerte humana.
Cuando Jesús terminó de hablar, sin esperar el regreso de Judas partieron hacia un huerto que estaba en las afuera de la ciudad,como a media hora de camino del Cenáculo,pero al otro lado del torrente de Cedrón. Se hace evidente que las actividades de aquella noche estaban planificadas pues todos sabían, y el primero Judas, que al terminar la cena irían a Betania a dormir, aunque se detendrían a orar en un huerto cercano al camino, y que ya habían visitado en otras ocasiones, llamado Getsemaní.
Cuando Jesús terminó de hablar, sin esperar el regreso de Judas partieron hacia Betania, aunque estaba previsto que, como solían hacer, se detendrían  a rezar en un huerto llamado Getsemaní que estaba cercano al camino. Se hace evidente que todos sabían, y el primero judas, el trayecto y las paradas que el grupo iba a hacer cuando terminase la cena.
Al llegar al huerto Jesús se llevó con Él a Pedro, a Juan y a Santiago para que le acompañasen a orar. Los dejó juntos encareciéndoles que rezasen y Él se apartó. Cayó de rodillas, con el rostro en el suelo, sufriendo una angustia tan terrible que le llevó incluso a sudar sangre[1], pidiéndole al Padre,textualmente, “si es posible, que pase de mí este cáliz”. Ese “si es posible” proveniente nada menos que del Cristo, del Ungido, da la medida del sometimiento del Hijo a la voluntad del Padre.
Tras superar esa crisis vuelve Jesús a donde había dejado orando (o eso creía Él) a los tres apóstoles y los encuentra dormidos. Bueno, hay que comprender que el día había sido agitado, las emociones fuertes, la cena copiosa, acaso las libaciones abundantes y el trayecto entre el cenáculo y Getsemaní remontando la empinada ladera oriental del valle del Cedrón no se hacía por una calzada romana precisamente y,peor aún, de noche.
Jesús los despierta les pide que recen con Él, vuelve a apartarse de ellos para orar privadamente, vuelve a sentirse morir de angustia y cuando, con la ayuda del Padre, consigue reponerse,regresa con sus amigos y vuelve a descubrir que están otra vez dormidos. Entonces se reúnen con los que habían quedado atrás y cuando Jesús les reconviene por su falta de tensión en la oración, aparece en el huerto Judas rodeado de hombres armados.
Judas encabezaba una tropa compuesta por agentes de seguridad del templo, que como hacían su servicio desarmados no llevaban más que palos y antorchas, y por un destacamento, acaso solo un pelotón, de soldados romanos de la Torre Antonia, vecina al Templo que sin duda el Sumo Sacerdote había pedido “prestado” al centurión al mando..
imagen de salirconarte.com

Pero fuesen los que fuesen los miembros del grupo que encabezaba Judas, este se acercó al Maestro y le besó con fuerza. ¿Jesús le preguntó con amargura “¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre”, pues ese beso era la señal convenida para que la tropa pudiese identificar entre todos los que estaban allí a quién debían detener. A traidor y traicionado no les dio tiempo a cruzarse más palabras porque los soldados inmediatamente se echaron sobre Él y lo prendieron,
La versión de Juan varía un poco de la de los Evangelios Sinópticos. Según el 4º evangelista cuando los malos le dijeron que a quien venían a buscar  era a Jesús Nazareno, Él contestó sin arrugarse “¡Yo soy!”, a consecuencia de lo cual la cuadrilla armada cayó al suelo. Luego se volvió a repetir la conversación y ya fue arrestado. Parece que la idea de Juan al narrar así el episodio,era transmitir que al Maestro se le detuvo porque Él quiso, porque se dejó, pues demostró ser capaz de derrotar a los que venían a por Él.
Bueno, pues en el quirigay que se organizó entre discípulos y guardias por la detención de Jesús,Judas se quitó de en medio mientras que Pedro, por su parte, sacó su espada y le golpeó en la cabeza, cercenándole la oreja, a un tal Malco, que era uno de los hombres de seguridad del Templo. Jesús, para apaciguar los encrespados ánimos, ordenó a Pedro que envainase su acero, tomó laoreja del suelo y se la “pegó” otra vez en su sitio al herido.
Detenido, maniatado y con una soga al cuello, el Mesías fue llevado como un delincuente vulgar hasta la casa de Anás, que era el anterior Sumo Sacerdote y, como tal y suegro de Caifás, el hombre más influyente de Israelen cuestiones religiosas y jurídicas. Anás procedió a interrogarle y allí, en su casa, empezó la tortura física de Jesús, pues uno de los siervos de la casa le pegó un bofetón[2] tras una respuesta que consideró impertinente.
Anás, comprendiendo que la presencia del detenido en su casa suponía una cierta anomalía jurídica, lo remitió al palacio de su yerno, el Sumo Sacerdote Caifás. Entre tanto, todos los apóstoles se habían escaqueado menos Juan y Pedro, que seguían a cierta distancia a su Maestro y al grupo que le conducía, Cuando metieron a Jesús en el palacio Juan pudo pasar,pero Pedro hubo de quedarse el patio donde se reunía el servicio de la casa.
El propio Sumo Sacerdote, Caifás,que estaba esperando la llegada del detenido, se hace cargo del asunto de manera personal. En realidad no se trataba de un juicio, porque este estaba previsto para el día siguiente por la mañana, sería tal vez algo así como un vista previa aún en la fase de instrucción. De manera que Caifás comienza un interrogatorio entreverado con la deposición de testigos que, o tergiversaban las palabras de Jesús o simplemente las falseaban. En realidad se le estaba presionando para que en algún momento dijese algo palmariamente condenatorio y así tener motivo legal para ejecutarle.
Como Jesús respondía con manso silencio a las agresivas preguntas de los sacerdotes, Caifás, exasperado le fuerza a que declare de forma definitiva quién es:
-Te exijo quelo declares de una vez por todas: ¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios?
Jesús contestó afirmativamente y, para que no hubiese dudas, se extendió brevemente sobre su puesto en el Cielo junto a Dios Padre y como Juez eterno.Así que los sacerdotes no tuvieron más remedio que condenarlo a muerte pues afirmar tal cosa era una blasfemia.
Pedro, mientras tanto, estaba en el patio con la servidumbre esperando acontecimientos cuando se acercó a él una chica del servicio, más tarde otra y en tercer lugar un grupo de hombres; todos le preguntaron si no era él uno de los del grupo de Jesús, pues su acento galileo lo delataba. Pero Pedro en las tres ocasiones dijo no saber nada de aquello ni conocer a aquel tipo de nada. Cuando hubo negado cobardemente por tres veces su amistad, su cercanía al Maestro, cantó el gallo de un corral cercano y entonces recordó que en el Cenáculo Jesús le había dicho que antes de que llegase la madrugada, antes de que cantase el gallo, le negaría hasta tres veces. Inmediatamente se arrepintió. Dice la leyenda que cuando murió tenía un surco en cada mejilla formado por las lágrimas que de sus ojos habían brotado durante toda su vida por la pena de haber fallado, a la primera, a su amigo y rabí.
En cuanto los servidores de los escribas y sacerdotes que estaban aquel momento oyeron como sus jefes le declaraban reo de muerte,la emprendieron con él a golpes, escupitajos, patadas, puñetazos. Era un linchamiento absolutamente fuera de la ley que se producía en presencia de unos sacerdotes que nada hicieron para detener aquello. Los esbirros le habían puesto una sábana por encima de para golpearle sin tener que soportar la mirada de su víctima y, entre carcajadas, le pedían que ya que tenía poderes especiales, adivinase quién había sido su agresor
Luego, cundo se cansaron, lo echaron en el suelo de una oscura ergástuladonde pasó la noche heldo,herido, magullado y sin los cuidados de nadie.

© Canel
9 de abril
AÑO 1º de CONFINAMIENTO




[1] Sudar sangre no es una frase hecha.Es un síndrome, hematohidrosis, que, aunque no muy habitual,está suficientemente descrito en  la literatura médica. Siempre aparece relacionado con situaciones de angustia y otras tensiones neurológicas.
[2] Dar un bofetón estaba castigado por la Ley: 200 denarios con la mano abierta y 400 si se daba de revés. Mucho me temo que en este caso la multa no es que no se cobrase, es que ni siquiera se tramitó.

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