jueves, 9 de abril de 2020

¿DÓNDE ESTABA JUDAS EL MIÉRCOLES SANTO?


IV.- MIÉRCOLES SANTO

Ningún texto serio presenta actividad alguna de Jesús el miércoles de la semana en que morirá. La mayoría de los autores consideran que, por la razón que fuere, pasó todo el día en Betania, aunque, de forma poco precisa. Lucas contradice esta opinión, porque, tras hacer una descripción genérica de la actividad de Jesús en los días previos a la Última Cena, finaliza, como vimos al final de la crónica del martes, diciendo: “Durante el día enseñaba en el Templo y salía a pasear por la noche en el monte llamado de los Olivos”. No hace excepción del miércoles.
Pero aunque, por la razón que fuere, no se nos relatan hechos destacables del Maestro en ese día, la realidad es que los engranajes de la Historia no se detuvieron.
Cuando Jesús resucitó a su amigo Lázaro,el Sanedrín[1], que por entonces era francamente saduceo, se puso de los nervios porque, como los saduceos no creían en la vida del más allá, aquel milagro los desconcertaba. Pero el principal motivo de su inquietud era que observaban cómo el movimiento en torno a Jesús crecía demasiado y demasiado rápidamente,y temían que en cualquier momento se levantase una rebelión.
Así que a la vista de las noticias que se venían recibiendo de las andanzas de Jesús por las regiones del norte de Palestina, y ante el patente riesgo de una revuelta más o menos sangrienta, se decidió su muerte.Fue en aquella reunión donde Caifás[2] pronunció la célebre y maquiavélica, avant la letre, frase: “A veces conviene que muera solo un hombre para que se salve todo un pueblo”.
El siguiente paso en la conspiración contra Jesús lo dio el propio Judas Iscariote. Ya vimos que cuando María ungió a Jesús en Betania en el banquete del sábado anterior, este recriminó con cierta aspereza su ruindad a los discípulos que criticaban, tal vez inmoderadamente,el dispendio de 300 denarios realizado para comprar el ungüento de nardo que se utilizó en aquella unción. Y al frente de los descontentos estaba Judas, pues no en balde era el encargado de llevar la tesorería del grupo de los 13. Pues bien, una de las consecuencias de este desencuentro entre Judas y su rabí fue (o mejor dicho: posiblemente fue) que el todavía apóstol, disgustado por la reconvención recibida, se puso en contacto con los sacerdotes prometiendo facilitarles el prendimiento del Maestro.
Ahora, en la reunión que se estaba manteniendo ese miércoles en el Palacio del Sumo Sacerdote José Caifás, que era saduceo, para urgir la ejecución de la idea de quitar de en medio a Jesús, los planes estaban bloqueados, porque no quedaban más que 48 horas para la Pascua y aún no se había encontrado la fórmula para echarle mano.
La necesidad de apresar a Jesús antes de la Pascua y secretamente resultaba indispensable a los conspiradores, pues esa fiesta tenía un carácter hipernaconalista y se temía que cualquier alboroto podría desembocar en una indeseada revuelta, cuya primera consecuencia sería la intervención de la guarnición romana y la consiguiente vuelta de turca a la presión de la potencia colonizadora sobre el pueblo judío.
Todos estaban de acuerdo en que la urgencia de actuar pero…¿Cómo hacerlo?
Entonces Caifás tuvo la suerte  de ver cómo Judas se presentó en aquella reunión descascando el problema(iba a escribir que a Caifás le vino Dios a ver, pero no sé si es oportuno).
Judas delante de Caifás. Foto: Xavi Calzada publicada en https://festespopularscat.wordpress.com/category/la-pasion-de-olesa/

Se han gastado garrafas de tinta  para explicar esta traición. Desde luego lo de las 30 monedas de plata que se le ofrecieron (y él admitió) no parece motivo suficiente, entre otras razones porque la cantidad no era de suficiente montante como para acallar una conciencia de algo tan horrible como era la traición al Maestro.
Sin duda tuvo que haber otras razones, empezando por la herida a su amor propio cuando Jesús le reconvino públicamente en el episodio de los ungüentos. Acaso fue la decepción de no oír decir taxativamente a su jefe en el Templo que no, que no era lícito pagar el tributo al césar. Juan afirma de él que era un ladrón y Asimov, siempre creativo, especula con la posibilidad de que fuese un ultranacionalista que estaba en el grupo, si no como un topo si como agente provocador o, al menos, como informador de los zelotes.
Es posible que Judas esperase ver al Señor como el líder que llevaría al pueblo de Palestina a la revuelta y, estando desencantado, pretendiese moverlo hacia la violencia cuando se diese cuenta de que venían a prenderle… Seguramente nunca se sabrán sus motivos, pero sí es verdad que no es infrecuente encontrar analistas que tratan la figura del villano por excelencia con cierta comprensión. Uno de ellos, sorprendentemente, el cardenal Ratzinger, que incluso ve el lado positivo de la traición en el arrepentimiento y posterior suicidio de Judas.
Y también, porque “hay gente pato’o”, se puede encontrar a quien, con peligroso racismo (galileos buenos vs. judíos malos), no se extraña de lo ocurrido siendo Judas el único personaje auténticamente judío en un grupo en el que todos los demás eran galileos.
Así pues, el ofrecimiento que Judas había hecho el sábado a los fariseos de avisarles de cómo y cuándo se podía trincar al Maestro, cristalizaba ahora: el traidor informó a los reunidos de que los llevaría, ya de noche, hasta un punto retirado de la ciudad donde podrían prenderle sin necesidad de publicidad alguna.

© Canel
8 de abril
AÑO 1º de CONFINAMIENTO




[1] El Sanedrín era la máxima autoridad religiosa, judicial y política del pueblo judío.  Lo presidía el Sumo Sacerdote y lo componían 71 miembros, sacerdotes, sabios, escribas, ancianos… que se solían agrupar en dos “partidos”: los fariseos y los saduceos. No se conoce bien su forma de funcionar. A mediados del s. II a. C., esta institución fue liquidada por los romanos.
[2] Caifás, a quien el historiador contemporáneo de los hechos Flavio Josefo llama José Caifás, era el Sumo Sacerdote

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