jueves, 18 de febrero de 2016

PASARSE DE FRENADA, una anecdota parlamentataria sobre la Ley del Divorcio 1932


En marzo de 1932 se debatía en el parlamento la Ley del Divorcio. Presidía el Parlamento Julián Besteiro, socialista, perteneciente al ala más moderada o socialdemócrata del PSOE.
Al iniciarse la sesión del día 24 Besteiro comprobó que la cantidad de enmiendas presentadas y el número de solicitudes de uso de la palabra que demandaban los diputados iban  a hacer imposible que la ley se tramitase en un plazo razonable.
El presidente habló con los grupos políticos rogándoles que renunciasen a sus discursos y que, simplemente, se limitasen a votar. No sé muy  cómo lo hizo pero lo cierto es que les convenció, de manera que el trámite se limitó a aprobar la ley artículo por artículo.
El secretario anunciaba:
-¡Artículo primero!

Besteiro echaba una mirada escrutadora al salón de sesiones y comprobaba que, en efecto, los diputados que levantaban la mano dando su aprobación al artículo eran más numerosos que los que no lo hacían pues, no en balde, en aquellas Cortes la izquierda tenía mayoría absoluta. Entonces el presidente decía en voz alta:
-¡Aprobado!
Así iba avanzando la sesión con un secretario cada vez más aburrido de desgranar una sucesión de artículos con sus números consecutivos y cada vez con un Besteiro más rutinario y menos atento en sus ojeadas al salón y menos firme en sus expresiones de “¡Aprobado!”.
Todo transcurría con plácida monotonía hasta que, cuando el secretario iba  anunciar el artículo 68, el presidente le interrumpió.
-¡Un momento! Quedan anuladas las votaciones correspondientes a los artículos de número 65, 66 y 67.
-¿Por qué? –preguntó entre la bancada una voz algo destemplada.
-Bueno, pues por la simple razón –contestó Besteiro avergonzado- de que esta proposición de ley no tiene más que sesenta y cuatro artículos.




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