jueves, 23 de enero de 2014

LUIS LARGO, HIJO DE LARGO CABALLERO


En septiembre de 1936, Francisco Largo Caballero, padre de este nuestro protagonista, Luis Largo Calvo, accedió a la presidencia del Gobierno de la República. Por entonces, el chico estaba prisionero del bando nacional pues, al iniciarse la contienda, estaba haciendo la “mili” en el regimiento de Transmisiones del Pardo (Madrid) que pudo darse a la fuga y llegar hasta La Granja (Segovia), escapando de esta forma de la zona republicana. El mando franquista, aun sin formular acusación alguna contra él, le mantuvo preso esperando tal vez sacar algún provecho de tenerle en sus manos.
Siendo José Giral ministro sin cartera del gobierno del Frente Popular, planteó ante el ejecutivo el canje de este Luis por José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española,  que estaba preso de la República en la cárcel de Alicante. Pero los grupos políticos representados en el Consejo se mostraron contrarios al canje. El propio presidente zanjó el tema con una frase: “No me obliguen ustedes a asumir el papel de Guzmán el Bueno”.
Pero a la Falange sí les interesaba el canje y trabajó sobre él. El periodista y escritor falangista Eugenio Montes, se reunió en París con agentes del Frente Popular y al regresar a Burgos informó a Manuel Hedilla (jefe de facto de Falange en ausencia de Primo de Rivera) del resultado de sus gestiones y de que Prieto, ministro socialista, exigía treinta rehenes (uno de ellos Luis) y seis millones de pesetas a cambio de José Antonio.
Sin embargo, pasados unos días Prieto, o quien decía hablar en su nombre, retiró su oferta aduciendo que la cárcel alicantina estaba custodiada por  gentes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), y que el Gobierno no tenía autoridad para imponer el sacar de allí ni a ese preso ni a ningún otro.
Como se sabe, José Antonio fue condenado a muerte. Mas la ejecución de una sentencia a la pena capital requería que el tribunal se la comunicase al ejecutivo y que su presidente la devolviese con un “enterado”. El ministro de Justicia llevaba estos casos al Consejo de Ministros y Largo tenía la costumbre de preguntar a todos sus miembros su opinión; a la menor pega de uno solo de los ministros el presidente devolvía la causa al tribunal para que se revisase la sentencia. Así que cuando llegó la condena a muerte de José Antonio preguntó, como siempre, a su gabinete si había alguna objeción a la firma. El ministro de Propaganda, Carlos Esplá Rizo, sugirió dejar el asunto para más adelante, pues con el fusilamiento del fundador de Falange desparecía la posibilidad de canjear a Luisito.
Largo le cortó: “Perdone, que le interrumpa. En este momento el Consejo de Ministros no está deliberando sobre el futuro de mi hijo (…)”. Y continuó: “¿Alguna objeción a que se remita el enterado al tribunal?”
Tras un tenso silencio concluyó el presidente: “Se enviará el enterado”.
Tres días después del fusilamiento de José Antonio, la revista “AHORA”, con una gran fotografía del chico en la portada, dio la falsa noticia de que: “El hijo del Jefe del Gobierno ha sido cobardemente inmolado por los asesinos fascistas”. Nunca se publicó una rectificación.
El 26 de febrero de 1937 pasó Luis a la cárcel de Sevilla, donde estuvo incomunicado durante 14 meses. Salía al patio durante una hora y el resto del tiempo lo dedicaba a dormir o a leer; allí podía escribir una carta mensual (que era censurada) a su familia.
En mayo de 1943 salió de la cárcel,  pero fue confinado en Monforte de Lemos (Lugo), donde vivía su hermano Ricardo, teniendo prohibido salir del pueblo y con la obligación de presentarse semanalmente en el cuartelillo de la Guardia Civil. Allí conoció a quien convertiría en su mujer.
A principios de 1946 se le encarceló al relacionársele con alguna actividad del “maquis” en Lugo. Fue puesto en libertad al poco tiempo, de donde se deduce que la acusación, si la hubo, no debía ser muy sólida.
En 1948 salió para México con escala de un año en París. Había estado privado de libertad desde el 20 de julio de 1936, sin haber sido nunca juzgado, por el único delito de ser hijo de Largo Caballero.

miércoles, 15 de enero de 2014

EL REY TEMBLOROSO




García Sánchez II, rey de Navarra (994-1000), posiblemente tudelano, que pasó a la Historia como “el Trémulo” o “el Temblón”, dejó sólo dos recuerdos a la posteridad: uno que fue derrotado por el poderoso adalid cordobés Almanzor; otro que fue padre de Sancho III “el Mayor”, sin duda el más poderoso monarca de los reinos ibéricos cristianos de su época.
Parecería que un rey temblón en época tan belicosa debería ser el hazmerreír de sus súbditos, pero no fue así. Los cronistas de la época dicen que Don García temblaba antes de entrar en batalla, pero lo que en otros hubiese supuesto un baldón por la
cobardía que demostraba, en este caso era lo contrario pues, afirmaban los mencionados cronistas, tiritaba por las ansias que tenía de iniciar la lucha contra el sarraceno invasor. Está bien.
Hoy en día se piensa que, sin duda, el temblor del monarca navarro debía proceder de que adolecería del “Baile de San Vito” (síndrome de Hutington), mal de Parkinson o alguna otra enfermedad neurodegenerativa, pero se observa con placer, aunque no sin inquietud, la existencia de unos cronistas tan “cómodos”, que eran capaces de hacer virtud de tan triste necesidad.

jueves, 9 de enero de 2014

666 NÚMERO DE LA BESTIA


Como es archisabido, el capítulo 13 del Apocalipsis de San Juan, último libro del Nuevo Testamento, se refiere a una bestia que habitualmente identificamos con el mal o, más personalmente, con el diablo.
Textualmente, el Apocalipsis dice: “Que el inteligente calcule el número de la Bestia,  pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666”. (Ap. 13, 18).
Ni que decir tiene que exégetas, cabalistas, ocultistas, ufólogos y público en general, se han pasado unos cuantos siglos ofreciendo ideas más que descabelladas  sobre este número. Pondré sólo un ejemplo de lo con fórceps que se han elaborado estas teorías: alguien que se aburría en casa descubrió que si a la letra A se le da valor de 101, a la B de 102, a la C de 103, y así sucesivamente, la suma de las letras del apellido Hitler daría 666. Por su parte, los traductores de la Biblia, Nácar y Colunga, consideraron que el 666 se refería a algún emperador romano persecutor de cristianos, pero no se deciden por ninguno en concreto.
Pero en los últimos años ha surgido una teoría inquietante. La letra waw, ocupa en el orden de los alfabetos arameo, fenicio y hebreo, los idiomas en que se escribió la Biblia, el 6º lugar. Esta letra waw es la que representa a la actual “w” latina. Por tanto, en el código cifrado más simple, el que identifica una letra con su número de orden y viceversa, wawwawwaw, que en nuestro alfabeto se escribiría www, corresponde al 666.
Y es inquietante porque, sobre www, dice el Apocalipsis: “Entonces la tierra entera siguió maravillada a la Bestia. (…) y se postraron ante la Bestia diciendo: ¿Hay alguien como la Bestia? (…), se le concedió poderío sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. La adorarán todos los habitantes de la tierra…” (Ap. 13, 3-8)” ¿Y si sustituimos “bestia” por “internet”?
Pero ha habido mala suerte. Resulta que en el poblado egipcio de Bahnasa (en griego antiguo, Oxirrinco), aparecieron en un vertedero unos cuantos miles de documentos, en su mayoría papiros, cuya datación más antigua era del siglo I. Se conocieron  en 1802, se empezó a trabajar sobre ellos en serio en 1897 y aún no se ha terminado de sacarles el jugo.
Entre los documentos que han aparecido, que se conocen como los Papiros de Oxirrinco, hay 26 fragmentos del Apocalipsis de San Juan (1999) datados en el siglo III. De su lectura se puede extraer que el número de la bestia no el 666, sino el 616; así que hay que empezar el juego de nuevo.
 De este número se tenían noticias pues San Ireneo, Padre de la Iglesia que vivió en el siglo II, ya lo mencionaba así en su obra “Contra las herejías” (año 185), pero por alguna razón ese número quedó arrumbado.



miércoles, 8 de enero de 2014

PERIÓDICOS DE UN SOLO EJEMPLAR.


Hoy en día, con los medios modernos de impresión gráfica, no cuesta ningún esfuerzo (ni dinero) confeccionar un periódico de un solo número para una actividad concreta y circunstancial, pero hace años aquello no era tan fácil ni tan barato.
Contaré dos casos de ediciones periodísticas de un solo ejemplar.
El primero corresponde al DIARIO DE BARCELONA, periódico fundado en 1792 y cerrado en 1909. En diciembre de 1874, era un diario monárquico y ya era decano de la prensa española, pero parece que ambos títulos no bastaron para evitar un cierre gubernativo de 8 días.
El dueño, Antonio Brusi y Ferrer, estaba por aquellos días enfermo y en cama, así que el director, Juan Mañé, decidió, para no darle ningún disgusto que pudiese afectar a su salud, ocultarle la sanción y hacerle llegar  un ejemplar del periódico, que era el único que se tiraba, para que el propietario pudiera leerlo todos los días. Como anécdota añadida, se cuenta que uno de los días hizo venir al director, echándole una bronca horrible porque resultó que una misma noticia se había publicado dos días seguidos.
El otro caso se produjo en el moscovita PRAVDA, órgano oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1918 y 1991.
Vladimir Antonov Ovseenko, antiguo bolchevique de origen judío, era el cónsul general de la Unión Soviética en España durante la Guerra Civil. Había llegado a intervenir tanto en las decisiones republicanas que hasta asistía a los consejos de ministros del gobierno de Cataluña. Pero un buen día recibió un recadito de Stalin para que se volviese a Moscú.
Ovseenko sabía lo que le pasaba a todos los llamados por Stalin a la capital rusa, así que fue demorando su regreso. Desde Moscú le dijeron que no tenía que estar preocupado, que le llamada del “padrecito” era para nombrarle Comisario del Pueblo (Ministro) de Justicia. Pero Ovseenko no tragó y se mantuvo terne en no viajar a Moscú.
Para convencerle, la NKVD (Comisariado del Pueblo para asuntos internos) elaboró un periódico de un solo ejemplar, en el que aparecía su nombramiento en primera página, y se lo envió. El cónsul cayó en el garlito, regresó y a los pocos días de llegar a Moscú casualmente desapareció.
Y eso que PRAVDA en castellano quiere decir “verdad”.