jueves, 26 de junio de 2014

15 DE 32 REYES GODOS FUERON ASESINADOS



San Gregorio de Tours, que aunque francés era listísimo, en su Historia Francorum (591) ideó, irónicamente, el sintagma latino morbus gotorum que se ha traducido (defectuosamente) como “morbo gótico”, para denominar una enfermedad que, indefectiblemente, terminaba en defunción y que sólo la “pillaban” los reyes godos. El síndrome consistía en que los “contagiados” pasaban a la otra vida violentamente y por mano ajena.
En España, hasta ese año de 591, tuvimos 15 reyes godos, de los que 9 fueron asesinados (60 %), 2 murieron batallando y 4 lo hicieron en la cama.
. «La educación del hijo de Clodoveo», de Lawrence Alma Tadema
Ataulfo, reinando desde Toulouse, fue liquidado por gente de su círculo. Su sucesor y hermano, Sigerico, se coronó, se cepilló a los seis hijos de Ataulfo y a los siete días de reinar le dieron matarile a él. Le sucedió Walia, que murió en la cama, y a éste Teodorico I que sucumbió violentamente luchando contra Atila en la batalla de los Campos Cataláunicos.
El siguiente rey fue Turismundo, asesinado por su hermano y sucesor Teodorico II, que, a su vez, fue estrangulado por orden de su heredero, Alarico II. Éste  entregó el espíritu combatiendo en la batalla de Vouillé.
Le sucede, ya con la corte en la Península, Gesaleico, que tras una batalla con los borgoñones, intentó huir pero fue capturado y asesinado. Le sigue Amalarico (mató a su mujer de una paliza) que fue asesinado por sus tropas en Barcelona. También allí, un soldado que se fingió loco (en realidad formaba parte de un complot), quitó la vida al siguiente rey, Teudis.
Teudiselo, que heredó el trono, fue apuñalado en un banquete en Sevilla, por… ¡todos los asistentes al ágape! Le sucede Agila, al que matan en Mérida probablemente por instigación de los invasores bizantinos.
Los tres últimos reyes de este periodo, Atanagildo, Liuva I y Leovigildo, murieron en la cama, pero sin olvidar que el último mandó matar a su hijo San Hermenegildo.
Bueno, este es el panorama que conoció San Gregorio de Tours, pero es que en adelante, aunque las cosas mejoraron, todavía corrió mucha sangre.
De los restantes 17 monarcas godos que reinaron hasta la invasión de los moros (711) “sólo” fueron asesinados 4 (Liuva II, Viterico, Sisebuto y Recaredo II); uno fue excomulgado y depuesto (Suintila); otro sufrió una “sospechosa” enfermedad (Tulga); uno más narcotizado, tonsurado, depuesto y enclaustrado (Wamba); de otro no se sabe cómo murió (Egica); y de otro más tampoco, aunque los historiadores creen que no fue pacíficamente (Witiza); por fin, el último murió combatiendo (Rodrigo). Los siete restantes parece que murieron en la cama (Recaredo I, Gundemaro, Sisenando, Chintila, Chindasvinto, Recesvinto, y Ervigio)
O sea, que en total, de los treinta y dos reyes godos que estudiaban los bachilleres hasta los años 50, trece murieron asesinados (40,6 %), tres en diversas batallas, dos fueron depuestos y de los catorce restantes, de un par de ellos se sospecha que su muerte no fue del todo natural.

martes, 24 de junio de 2014

SAN JENARO CASI FUE PATRÓN DE ESPAÑA




San Jenaro (o Genaro) de Nápoles, siendo obispo de Benevento, murió en 305, decapitado, después de sufrir dolorosas torturas durante la persecución de Diocleciano, última romana contra los cristianos.
Los discípulos del mártir consiguieron hacerse con sus restos, que incluían una ampolla con su sangre. Todas esas reliquias, tras un periplo por diversos templos, acabaron en 1497 en la catedral napolitana. Desde entonces se produce el hecho inexplicable de que la sangre de la ampolla se licúa 3 veces al año y en fechas predeterminadas.
Cuando Felipe V visitó Nápoles en 1702, acudió en varias ocasiones a rezar ante esas reliquias. Entonces se produjo otro prodigio; la sangre del santo, excepto en la primera visita, se licuaba en presencia del rey de España.
Es de comprender que Felipe V perdiese la cabeza (un poco más) ante una experiencia en la que el milagro parecía estar dedicado a él, así que decidió que convertiría a san Jenaro en patrón de España. Dio instrucciones al embajador español ante el Vaticano, que consiguió un breve pontificio autorizándole a nombrar patrón de su reino al santo obispo mártir.
Se conoce una carta del 15 de julio de 1702, en la que el arzobispo de Santiago (que debía estar aterrado ante el peligro de desaparición del patronato de san Jacobo) se dirige al de Barcelona rogándole que interceda ante Felipe V para que no se lleve adelante tal dislate, pues Santiago no sólo era patrón de España desde el siglo IX, sino que toda la obra de la Reconquista, se había hecho bajo su protección.
Bien por la influencia del arzobispo de Barcelona, bien porque Su Majestad tuvo un momento de cordura (lo que dudo), el proyecto no salió adelante.
Pero estuvo a puntito.

martes, 17 de junio de 2014

EL INEXISTENTE PALACIO DE ORIENTE.


Se suele creer que la fachada principal del Palacio Real de Madrid es la que da al Teatro Real o, dicho de otra forma, la que tiene el gran balcón al que cada cierto tiempo se asomaba Franco para decirnos aquellos discursos que, indefectiblemente, empezaban con un: ¡Españoles!, pero no es así.
El Palacio Real, de planta rectangular, está orientado a los cuatro puntos cardinales y su fachada principal es la cara que da al sur, la da la Plaza de la Armería (antes, Plazuela del Alcázar). La cara occidental es la que se alza sobre el llamado Campo del Moro y el Manzanares;  la parte opuesta a la Plaza de la Armería, la de los Jardines de Sabatini, es la trasera de Palacio y da, claro, al norte y, en fin, el lateral que nos queda, el que tiene el “balcón de los discursos” sobre la llamada “Puerta del Príncipe” y mira al Teatro Real, se orienta, lógicamente, al este.
Tras esta grosera exposición topográfica, deberíamos preguntarnos por qué se llama Palacio de Oriente a un edificio que, ostensiblemente, está al oeste de Madrid. Lo suyo sería llamarle Palacio de Occidente.

Sin ser ningún “boy scout” experto en el manejo de la brújula, el simple hecho de que la autovía A-5, la que va hacia Extremadura y Portugal (es decir, hacia el oeste) arranque a los pies de Palacio, demuestra que el regio edificio se encuentra a occidente de Madrid.
Entonces: ¿Por qué se llama Palacio de Oriente?
Pues muy sencillo: porque lo que pasa es que no se llama así. Lo que se llama “de Oriente” no es el Palacio, sino la plaza que, como se ha dicho arriba, está al este, a oriente, de Palacio.
El Palacio dio nombre a la plaza que estaba en su fachada oriental y ahora esa “Plaza de Oriente” es la que da, erróneamente, nombre al Palacio.
Lo correcto es decir que el Palacio Real está rodeado por la Plaza de la Armería por el sur, el Campo del Moro por occidente, los Jardines de Sabatini por el norte y, por el este…, la Plaza de Oriente.