jueves, 23 de febrero de 2017

YA BOFETADAS EN EL PSOE EN 1936


El día 10 de mayo de 1936 (debo recordar que las elecciones en las que ganó el Frente Popular se habían celebrado en la segunda y tercera semana del anterior mes de febrero), se habían reunido diputados y compromisarios para elegir al nuevo presidente de la II República. Me explicaré.
Una vez cesado Alcalá Zamora, para la elección de Presidente de la República el sistema constitucional exigía que, además de los 473 diputados elegidos en las legislativas, participasen con su voto otros tantos compromisarios que serían elegidos en comicios de carácter nacional y por sufragio universal y directo.
Las elecciones de donde habrían de salir los 473 compromisarios habían tenido lugar el 26 de abril. La participación mostraba un poco estimulante 40 %, entre otras razones porque la mayoría de los partidos (no todos) de la derecha recomendaron a sus afiliados y simpatizantes la abstención.
El 10 de mayo se producen las elecciones directas a presidente en el sensacional escenario del Palacio de Cristal del parque del Retiro (¡Qué aberración! El Retiro, en mayo, está para que se besen las parejas de novios, no para hacer política), porque era el único local cerrado en Madrid donde cabrían 946 votantes, aunque luego no acudieron más que 911.
El diputado Julián Zugazagoitia era el director del diario “El Socialista”; prensa partidaria, claro, pero que se encontraba en la posición más moderada del PSOE, tal vez en lo que hoy llamamos socialdemocracia.  Por su parte, Luis Araquistain, también diputado, era el director del periódico también socialista “Claridad”, ideológicamente situado en la izquierda de ese mismo partido.

El “Palacio de Cristal” del Retiro de Madrid, bellísimo escenario de lo que nunca debió ocurrir. Hoy es una sala de exposiciones de arte moderno. IMAGEN DEL DIARIO.ES

Ambos periódicos llevaban una buena temporada lanzándose invectivas, entre otras razones porque “El Socialista”, que al ser el órgano oficial del PSOE (en su cabecera se podía leer textualmente: “ÓRGANO CENTRAL DEL PARTIDO OBRERO”) se nutría de las arcas del partido, se preguntaba permanentemente para zaherir a su rival sobre el origen del dinero que financiaba a “Claridad”.
Tras la votación, mientras se celebraba el escrutinio en el Palacio de Cristal, algunos diputados y compromisarios salieron a dar un paseo por el parque. Luis Araquistain estaba sentado en un banco con un grupo de cuatro compañeros cuando Zugazagoitia se le acercó acompañado de otro diputado del PSOE. Al verle venir,  barruntando la inminente violencia, Araquistain se levantó.
No había dado aún la una del mediodía cuando, estando uno frente al otro, tras un breve cruce de palabras, el director de “El Socialista” recordó a Araquistain cómo en su libro “El militarismo mexicano”, que era ya antiguo, mantenía posiciones contrarias a las que ahora defendía.
Y exactamente a esa hora el director de “Claridad”, molesto con la buena memoria de Zugazagoitia, le atizó un bofetón que, además de dejarle la cara sonrosada, motivó el que el agredido se tirase sobre su rival y se armase allí una buena barahúnda.
Gracias a Dios que los circunstantes separaron a los “correligionarios”, que ya la habían emprendido a golpes y empellones. El propio Jiménez de Asúa, que como presidente de la sesión electoral estaba vigilando el recuento de los votos, lo suspendió para ir a tranquilizar a los contendientes.
Y no hay más. La prensa contó al día siguiente el episodio. Bueno, toda la prensa no; ni “El Socialista” ni “Claridad” mencionaron el incidente.
Lo terrible de todo esto es que lo que subyacía bajo esa ensalada de tortas era la oposición de los partidarios de Largo Caballero y de “Claridad”, los radicales dentro del PSOE, a que Indalecio Prieto, más moderado, presidiese un gobierno mientras Azaña era Jefe del Estado.
Y digo que es terrible porque creo que la única forma en que se podía haber evitado la Guerra Civil (si es que había alguna) era con Prieto gobernando y Azaña como presidente de la República. Pero ganó (como tantas veces) la radicalidad; mala suerte para España.
Tengo para mí (y perdóneseme esta incursión en la política que rogaría se considerase una excepción) que uno de los mayores males de la España del siglo XX radicó en la permanente división del PSOE en, al menos, dos tendencias (nunca, por favor, la empalagosa cursilada esa de las sensibilidades). Y lo creo porque la unidad en las papeletas de un solo partido socialista, lamina la posibilidad de existencia de un partido socialdemócrata sólido que a España, en muchas ocasiones (por ejemplo en esta que acabo de mencionar), le hubiese hecho falta.
Pero nadie se refiere a este asunto; parece ser un tema tabú.


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