En
1588, al derribarse una antigua mezquita para ampliar la catedral de Granada,
apareció una caja de plomo enterrada en la que se encontró una lámina del mismo
material, con letras y signos grabados, que supone el origen de los llamados
“Plomos del Sacromonte”.
Siete años después se encontró, cerca del Generalife, otra lámina de plomo muy similar a la anterior. Era redonda, como de 10 cm de diámetro y con un texto grabado en latín y en un extraño árabe que describía el martirio de dos discípulos de Santiago. Lo encontrado daba pistas para localizar un tercer “plomo” y este un cuarto y así sucesivamente, de forma que aparecieron por todo Granada, especialmente en lo que hoy es el Sacromonte (hasta entonces se llamaba Valparaíso), hasta 22 unidades.
Los textos, a los que se consideró un evangelio
dictado por la Virgen… ¡en árabe! para que fuese difundido en España (¡un
evangelio sólo para españoles!), afirmaban que cuando llegó Santiago a
Hispania, no encontró iberos ni celtas, no; los habitantes de la península eran
ya árabes. No musulmanes, lo que era imposible, sino árabes.
Si esto era cierto se creaban dos problemas. Uno, se
demolía la teoría ortodoxa sobre la conversión de España. Otro, exigía
reconsiderar el concepto de “cristiano viejo”, pues ahora, cuanto más añejo
fuese el español sería más árabe; los españoles “más viejos” serían los árabes.
Además, en pleno conflicto de los moriscos, sería de alabar el hecho, ahora
castigado, de que se convirtiesen al
cristianismo sólo simuladamente.
Increíblemente, las investigaciones encargadas por
reyes, obispos y teólogos concluyeron que los textos eran auténticos. Pero en
1641, Urbano VIII
solicitó los plomos originales para el Vaticano y, tras estudiarlos, pidió
prudencia y prohibió a la jerarquía pronunciarse en ningún sentido.
Por fin, en 1682 (la superchería había durado casi
un siglo), Inocencio XI termina condenando los “plomos” y declarándolos falsos
y heréticos, aunque, sorprendentemente, unos restos óseos aparecidos en la
primera de las cajas se consideraron auténticas reliquias de santos.
Hoy
en día se consideran los “plomos” como una mixtificación perpetrada por los
propios moriscos que intentaban, de forma tan burda, evitar su previsible
expulsión de España.
Good
try.
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