Antonio
Palacios Ramilo, que había nacido en Porriño en 1876, acabó su carrera de
arquitectura en la escuela de Madrid en diciembre de 1900. En aquella promoción
terminaron con él algunos de los mejores arquitectos españoles de la primera
mitad del siglo XX: Manuel de Cárdenas, Joaquín Otamendi, Luis Sainz de los
Terrenos, Secundino Zuazo, etc.
La
obra que más fama dio a Palacios fue el proyecto y construcción, realizados a
medias con Otamendi, en la madrileña plaza de Cibeles, de lo que luego se llamó
“Palacio de Comunicaciones”. Se inauguró en 1919 con el pomposo nombre de “Catedral
de las Comunicaciones” (“Nuestra Señora de las Comunicaciones” para el castizo)
y estaba pensada para integrar en un solo edificio los servicios de teléfonos,
correos y telégrafos.
Pero
evolucionada de forma inverosímil la telefonía, automatizado el tráfico postal
y casi desaparecido el telegrama, el edificio se quedó grande para el uso para
el que fue concebido; así que se decidió variar su utilidad pasando a ser sede
del ayuntamiento de la capital de España desde 2011.
Por
los años 40 del siglo XX, paseaba un día D. Manuel de Cárdenas por la plaza de
la Cibeles cuando se encontró con Palacios que contemplaba meditabundo su tan
alabada obra. El edificio, milagrosamente, había quedado casi indemne tras la
contienda; algunos impactos en la fachada, que aún hoy se pueden apreciar,
recibidos durante la sublevación de Casado en marzo de 1939, no conseguían
afear el conjunto.
Se
saludaron efusivamente pues no se habían visto desde antes de la guerra, ya que
cada uno la había pasado en un bando. Viéndole apesadumbrado Cárdenas se interesó
por la razón de la mohína su colega.
-Mire
D. Manuel –contestó Palacios- Me voy a sincerar con usted. Estoy aquí
lamentando que durante la guerra no haya caído una bomba en ese edificio –y
señalaba con el dedo a “su” Palacio de Comunicaciones- con lo que se hubiese
evitado que ese mamarracho pasase a la posteridad.
Menos
de 5 años después de este episodio Antonio Palacios murió. Se fue al otro mundo
sin saber que su “mamarracho” es, hoy en día, junto con el Palacio Real y la
Casa de la Panadería, el edificio madrileño más fotografiado por los visitantes
de la Villa y Corte (Yo, por si a alguien le interesa, estoy más con Palacios
que con los fotógrafos).
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