La plaza de Mara reproduce la Batalla de la Vulcanalia. - Foto: E. P. |
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Esto era así desde finales del siglo VI a.C. y desde cónsules hasta senadores pasando por tribunos, pretores, censores, ediles, cuestores… todos iniciaban un 15 de marzo la actividad para la que habían sido elegidos y todos la terminaban ese mismo día del año siguiente. Aunque es cierto que no era raro que se produjesen excepciones derivadas de circunstancias concretas, muy frecuentemente en los cargos militares, la realidad es que la norma general se mantuvo siempre respetada.
El hecho de que el año administrativo se iniciase el 15 de marzo, justifica que la primera estación del año fuese la primavera (prima=primera) y que los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre, correspondiesen, respectivamente, a los meses número siete (septem), ocho (octo), nueve (novem) y diez (decem). Esta nomenclatura de contabilidad cronológica perdura, como es sabido, en todo occidente hasta nuestros días.
En 179 a.C. Sempronio Graco firmó un pacto con las tribus celtíberas por el que, entre otras cosas, quedaba prohibido a los indígenas la erección de nuevas ciudades en la zona. Pero un cuarto de siglo más tarde los belos, tribu que ocupaba la plaza de Segeda (junto a Calatayud), construyeron en la ciudad una ampliación de las murallas hasta conseguir un perímetro cercano a los 8 kms de longitud (Como referencia diré que la muralla romana de Lugo, muy posterior, no llega a los 2,3 kms).
Roma consideró aquello una interpretación dolosa del tratado y la disputa terminó con una declaración de guerra de los romanos contra los celtíberos. Daban así comienzo las conocidas como “Guerras Celtíberas”.
En Roma se pensó que si se nombraban los cargos el 15 de marzo, entre el viaje, la toma de contacto y la preparación, pasarían en blanco los primeros meses de la primavera, que eran los que los militares romanos preferían para operar. Así que se decidió adelantar los comicios al día 1º de enero.
Otra versión dice que el motivo de adelantar las elecciones fue, como antes, el aprovechar al máximo los meses de primavera, pero que la causa última no fue el caso de Segeda, sino las casi permanentes derrotas de Roma ante los lusitanos que, además, como las fichas de dominó, estaban animando a más celtíberos a rebelarse.
Y una tercera, que es la menos sólida pero la que más me gusta, dice que los cargos romanos, hartos del permanente acoso de las guerrillas hispanas, con diferentes excusas empezaron a volverse a la Urbe, abandonando sus puestos y dejando las dos provincias (Hispania Citerior e Hispania Ulterior) casi en poder de las tribus indígenas. Entonces el senado romano, para solucionar el vacío de mandos militares en Hispania, se vio obligado a adelantar las elecciones anuales en la República.
Sea cual fuere la causa, la curiosidad está en que fueron nuestros antepasados celtiberos los que, con su belicosidad, llevron a la cronología occidental a empezar a contar el año natural el día 1 de enero.
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