San Jenaro (o Genaro) de Nápoles, siendo obispo de Benevento, murió en 305,
decapitado, después de sufrir dolorosas torturas durante la persecución de
Diocleciano, última romana contra los cristianos.
Los discípulos del mártir consiguieron hacerse con sus restos, que incluían
una ampolla con su sangre. Todas esas reliquias, tras un periplo por diversos
templos, acabaron en 1497 en la catedral napolitana. Desde entonces se produce
el hecho inexplicable de que la sangre de la ampolla se licúa 3 veces al año y
en fechas predeterminadas.
Cuando Felipe V visitó Nápoles en 1702, acudió en varias ocasiones a rezar
ante esas reliquias. Entonces se produjo otro prodigio; la sangre del santo,
excepto en la primera visita, se licuaba en presencia del rey de España.
Es de comprender que Felipe V perdiese la cabeza (un poco más) ante una
experiencia en la que el milagro parecía estar dedicado a él, así que decidió
que convertiría a san Jenaro en patrón de España. Dio instrucciones al
embajador español ante el Vaticano, que consiguió un breve pontificio
autorizándole a nombrar patrón de su reino al santo obispo mártir.
Se conoce una carta del 15 de julio de 1702, en la que el arzobispo de
Santiago (que debía estar aterrado ante el peligro de desaparición del
patronato de san Jacobo) se dirige al de Barcelona rogándole que interceda ante
Felipe V para que no se lleve adelante tal dislate, pues Santiago no sólo era
patrón de España desde el siglo IX, sino que toda la obra de la Reconquista, se
había hecho bajo su protección.
Bien por la influencia del arzobispo de Barcelona, bien porque Su Majestad
tuvo un momento de cordura (lo que dudo), el proyecto no salió adelante.
Pero estuvo a puntito.
muy interesante este dato, poco conocido, y que efectivamente estuvo a punto de defenestrar a nuestro Santiago
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