martes, 15 de septiembre de 2015

LA RENDICIÓN DE GUAM por José Juan Bonal García de Mora




Autor: José Juan Bonal García de Mora
El teniente coronel D. Juan Marina, Gobernador de Guam y de las Islas Marianas, se despertó sobresaltado aquel 20 de junio de 1898.  La causa era el estampido de un cañonazo que pronto fue seguido por otros. Rápidamente se vistió y bajó a su despacho en el palacio del Gobierno en la ciudad de Agaña, para averiguar que estaba pasando.
Pide al personal de servicio información sobre lo ocurrido y el capitán García Gutiérrez, recién llegado de la comandancia del cercano puerto de Apra, le hace saber que, en efecto, lo escuchado eran cañonazos; sin duda salvas de ordenanza disparadas por un navío de guerra norteamericano que probablemente pretendía hacer una visita de cortesía a la isla.
Le hubiese gustado a Marina corresponder al saludo yanqui con su propia salva desde tierra, pero resultaba que, a pesar de la frecuencia con que  había reclamado a Manila mejoras en la defensa artillera de la isla, en aquellos momentos sólo se disponía de un viejo cañón de hierro que nadie se atrevía a disparar por los efectos que pudiera tener, no sobre el enemigo, sino sobre los propios servidores de la pieza.
Pero el teniente coronel no quería ser descortés con los visitantes, así que ordena al capitán García Gutiérrez que, adecuadamente uniformado para la ocasión, tome la chalupa de servicio y acompañado del médico militar y un intérprete, se acerque al buque norteamericano para saludar a la oficialidad del mismo y presentar excusas en su nombre. También ordena que las fuerzas de la guarnición, 54 soldados peninsulares y otros tantos indígenas chamorros, se mantengan en estado de revista por si a los estadounidenses se les ocurría bajar a tierra.
El Comandante del crucero U
SS Charleston, Henry Glass había zarpado de las Hawai al mando de una flota compuesta por 3 transportes y su propio crucero de 3.790 tnn. con 2 piezas de 203 mm., 6 de 152 mm.  y 300 marineros. La tropa embarcada era de unos 3.500 hombres y su destino ocupar la isla de Guam, una vez rotas las hostilidades entre España y los Estados Unidos, para unirse luego a la flota que iba rumbo a Filipinas.
Aunque sus informes indicaban la existencia de un cañonero español en el puerto de Agaña, sólo encuentra al llegar un mercante japonés y pequeñas embarcaciones de pesca, por lo que decide aventurarse y atacar el puerto de Apra, el más importante de la isla. Temeroso (!¡) de las posibles defensas españolas, da orden de alejar a sus mercantes y de abrir fuego sobre el viejo Fuerte de Santa Cruz. Sus disparos quedan o cortos o largos, y es por ello por lo que no hay explosiones en tierra. Aún asombrado al no tener respuesta por parte del fuerte, contempla atónito como una chalupa les sale al encuentro, con dos oficiales españoles y un civil.
Al llegar al crucero los oficiales solicitan ver a su comandante y una vez en su presencia y por medio del civil que hace de intérprete, el capitán español… ¡le pide disculpas por no haber podido responder a sus salvas de ordenanza como hubiese sido su deseo!, ya que solo tienen un viejo cañón de hierro inservible para cualquier tipo de disparo.
Estupefacto Glass, indica a García Gutiérrez, que no eran salvas de ordenanza, si no disparos reales, que sus países, estaban en guerra, que se diesen por prisioneros y que  rindiesen la isla. El capitán español le replica que no puede obedecer por ser contrario a las Reales Ordenanzas de Carlos III el aceptar órdenes de un oficial extranjero… Por ello Glass les decide liberar para que pongan en conocimiento del mando español que a las 9.00h enviará a tierra un destacamento de su escuadra con la orden de rendición incondicional en el plazo de media hora.
La delegación española vuelve a tierra e informa de todo lo ocurrido al gobernador. A éste sólo le queda esperar y en efecto a las 9.00h. hace su aparición la delegación estadounidense para oficializar el ultimátum.
El Teniente Coronel Marina comprende  que es imposible intentar la más mínima defensa y con harto dolor de su corazón a las 9.30h. firma la rendición de Guam con un documento dirigido a Glass que dice así:
Sin defensas de ninguna clase, ni elementos que oponer con probabilidad de éxito a los que usted trae, me veo en la triste decisión de rendirme, bien que protestando por el acto de fuerza que conmigo se verifica y la forma en que se ha hecho, pues no tengo noticia de mi Gobierno de haberse declarado la guerra entre nuestras dos naciones.
Juan Marina, Gobernador de  Guaján, 1898.
Da que pensar, ¿no?


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