jueves, 2 de marzo de 2023

EL BREVISIMO REINADO DE AMADEO DE SABOYA (EL ÚNICO REY ESPAÑOL ELEGIDO POR EL PARLAMENTO)

 

Ya vimos en un plano general cómo estaban las cosas en España en los años anteriores a la República. Cualquiera pensaría que demasiado ocupado estaba el ejército aquí como para andar por ahí atendiendo causas menores ¿No? Pues veamos algo de lo que se le ocurrió hacer a  España fuera de la Península en el período que observamos:

Debutamos en el siglo XIX con la Guerra de la Segunda Coalición (1800-1802) contra Inglaterra; luego vino la Guerra de las Naranjas contra Portugal (1801); nueva Guerra con Inglaterra  (la de la batalla de Trafalgar) que termina con el Tratado Apodaca-Canning (1809); envío a Dinamarca de la llamada División del Norte (14.000 hombres al mando del Marqués de la Romana, 1808); expedición a Portugal en defensa de la reina María (15.000 hombres al mando del general Rodil, 1834); expedición para la pacificación de Portugal (17.500 hombres al mando del General Concha, 1847); expedición a Italia para reponer a Pío IX en Roma (8.000 hombres al mando del general Fernández de Córdoba, 1849); expedición a Cochinchina en colaboración con Francia (1.500 hombres al mando del Coronel Palanca, 1858); Guerra de África (45.000 hombres, 1859); Expedición contra México (General Prim al mando de 7.000 hombres, 1861). Guerra de Restauración en Santo Domingo (60.000 hombres, 1863); Guerra del Pacífico (10 buques de guerra, 1865); Guerra de los 10 años en Cuba (200.000 expedicionarios más 125.000 hombres de guarnición en la isla entre 1868 y 1878)… Sin contar, claro, con las ya citadas guerras de independencia de los países americanos.

Así que a la llegada de la República, este era el panorama que presentaba el siglo XIX y del que no se han ofrecido más que brochazos. Y no todos, pues faltaría mencionar algunos tan pintorescos como la boda morganática de la Reina Madre María Cristina, a los 2 meses de quedar viuda, con un caballerete que destacó por su habilidad en el tráfico de esclavos negros; la salacidad de una reina con la libido desbocada que reinaba influida por un cura y una monja; o la virilidad escasa (acaso nula) del rey consorte. Y, desde luego muchos otros menos pintorescos y más dramáticos, como el bombardeo de Barcelona (General Van Hallen, 1842) que dejó un par de docenas de muertos;  o el otro, también sobre la Ciudad Condal (General Prim 1843), que causó 335 muertos; o la masacre de la Noche de San Daniel (1865) que costó la vida en Madrid a 16 estudiantes, o la Batalla del Puente de Alcolea (1868) con número nunca contabilizado de bajas…

Pues bien. Reinaba desde 1871 en España Don Amadeo de Saboya. Este buen hombre, siendo duque de Aosta había venido a nuestra tierra para ser rey, traído desde Italia por el general Prim, que había conseguido que por votación en las Cortes (1870) fuese elegido para ceñir la corona de San Fernando[1]. Al desembarcar en Cartagena informaron al pobre desgraciado de que su gran valedor, el general Prim, había sido herido en atentado; y al llegar a Madrid se enteró de que su maltrecho protector había muerto.

 

En la imagen aparecen representados una serie de políticos del momento en el salón del trono del Palacio Real de Madrid. Éste se encuentra vacante como lo demuestra la presencia de los atributos de la monarquía (el cetro y la corona) sobre el trono y un letrero que pone "se alquila". Los personajes que aparecen de izquierda a derecha son:  el rey Amadeo de Saboya,  el presidente del gobierno Manuel Ruiz Zorrilla, el Presidente del Congreso Nicolás María Rivero, y el Ministro de Estado Cristino Martos.  El número 191 que figura en la espalda de Amadeo se corresponde con el número de votos que obtuvo en  las Cortes en noviembre de 1870 y en las que salió elegido rey. (Texto extraido de Blog profesor Baldomero Rodriguez, muchas gracias por su ilustracion de la caritaura)

Los siguientes dos años ocupó Amadeo el trono sin pena ni gloria (más pena que gloria), sufriendo el desdén de sus súbditos cuando no la inquina, como ocurría ocurría con la high life que era absolutamente proborbónica[2].

A principios de 1873, por un conflicto de disciplina el gobierno decidió disolver el arma de artillería. Sin embargo no quiso decretar la disolución sin contar con el apoyo de las Cortes, así que el día 7 de febrero llevó el asunto al Parlamento donde la severa medida fue apoyada tanto por el partido del gobierno como por  la oposición.

Tras el Consejo de Ministros del domingo día 8, se puso a la firma de don Amadeo el decreto de disolución del arma. Lo que no sabía el presidente del gobierno, Manuel Ruiz Zorrilla, era que el rey había estado en contacto con los artilleros y les había prometido su mediación para evitar que se tomasen medidas demasiado rigurosas. Ahora, naturalmente, si el gobierno ejecutaba el encargo del Parlamento el rey no podría cumplir su palabra… y viceversa. Lo que hizo el monarca, tras una pequeña bronca con Ruiz Zorrilla, fue firmar el decreto (podría no haberlo hecho pero las consecuencias hubiesen sido nefastas) y anunciar su abdicación.

Ruiz Zorrilla pidió al monarca que esperase 48 horas antes de presentar oficialmente su renuncia al trono. El día 9, por alguna indiscreción, se corrió la noticia por todas las ciudades de España. Al día siguiente los partidos más prorrepublicanos forzaron al gobierno a convocar al Congreso para que diese explicaciones de la situación. Caída la noche la sesión permaneció abierta en el Parlamento hasta que se concretase lo que hasta entonces solo eran rumores.

Mientras, en Palacio, el monarca y el presidente del Consejo de Estado, don José Olózaga[3], redactaron el documento de abdicación, lo mejoró jurídicamente el Ministro de Justicia Montero Ríos, y lo “humanizó” Manuel Silvela.

El día 11, a las 3 de la tarde, se leyó en el Congreso el documento llegado de Palacio y, simultáneamente, se hacía lo mismo en el Senado[4]. Don Nicolás María Rivero, a la sazón Presidente de la Cámara Baja, pidió a Ruiz Zorrilla que convocara a las dos cámaras en sesión conjunta, lo que era anticonstitucional. Pero el presidente del gobierno aceptó y, una vez todos juntos (con gran movimiento de culos para hacer hueco en los escaños a los recién convocados senadores), don Emilio Castelar leyó un documento dirigido al rey en que con almibarada y florida parla, acusa recibo de la abdicación haciéndole saber que la Asamblea Nacional estaba dispuesta a asumir el poder que don Amadeo devolvía.

Mientras, el rey se dedica a preparar su marcha. Hace algunas visitas a la embajada de Italia[5] y manda llamar al Médico de Cámara porque la ya exreina, María Victoria dal Pozzo della Cisterna, había parido solo 13 días antes y se dudaba si era conveniente ponerla en viaje en tales condiciones.

Tras pasar la noche haciendo preparativos, a las 6 de la mañana del día 12 todo está dispuesto. El ya de nuevo solamente duque de Aosta baja al patio con la guardia formada en la escalera. Con semblante serio va dando la mano a sus más cercanos colaboradores, mientras María Victoria, que va llorando, es bajada en una camilla desde donde se va despidiendo de la gente a la que reconoce. Al llegar abajo Amadeo la toma en sus brazos y la sienta en el carruaje que los llevará a la estación.

Les despiden una docena de personas[6] entre las que está la viuda de Pascual Madoz, que murió en Florencia cuando viajó a Italia a buscar a Amadeo para traerlo a España. Los viajeros encargan personalmente a Nicolás María Rivero la protección de su servidumbre en Palacio, rogándole regale a cada uno de ellos los uniformes que utilizaron.

A las 6,10 la comitiva, compuesta por 4 coches, salió de Palacio por la Puerta del Príncipe[7] en dirección a la Estación del Norte. Allí se acomodaron en un tren especial que tenía un vagón en el que se había instalado una cama para María Victoria.

Al llegar al nudo ferroviario de Alcázar de San Juan[8] descendieron para tomar algo en la cantina de la estación, pero al parecer no fue posible encontrar un caldo para la recién parida.

El tren se detuvo a medianoche en Badajoz donde se oyó algún disparo y algún ¡Viva la República!, pero sin que el incidente fuese a más. El viaje a Lisboa duró unas 30 horas (parece que el problema del tren a Extremadura no es nuevo y eso que la línea se había inaugurado solo 6 años antes) sin otros incidentes y en la capital lusa, a donde se llegó a media mañana, fueron recibidos por la familia real portuguesa y multitud de lisboetas.

Quedaron alojados en la Torre de Belém, y poco después embarcaron con destino a Génova, para llegar a Turín, lugar de nacimiento de Amadeo y lugar del que, en mi opinión, jamás deberían haber salido ¿Verdad?

 



[1] No era una operación del todo extraña a nuestros usos, pues la monarquía goda, que reinó en Hispania durante dos siglos y medio, era en teoría, según la tradición germánica, electiva. Bueno, electiva de aquella manera, porque a la hora de la verdad solo Wamba fue elegido según los requisitos exigidos por los concilios toledanos.

[2] El futuro Alfonso XII ya tenía 15 años.

[3] Hermano de don Salustiano.

[4] Hay un párrafo del documento que me parece definitivo para explicar la impotencia de don Amadeo: “Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados (…) sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la Nación son españoles, todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos pelean y se agitan por su bien…”

[5] Estaba en el actual Istituto Italiano di Cultura, al final de la Calle Mayor, frente al Consejo de Estado. O sea, a 100 m de Palacio.

[6] En la prensa del día siguiente se puede leer que algunas personas que debían ir a la despedida, o “llegaron tarde” o se encontraron “indispuestos” (Las comillas son mías).

[7] La que da a la Plaza de Oriente.

[8] Por entonces el ferrocarril viajaba a Extremadura por La Mancha.

 

18.- 1865 (25 sept.). GUERRA DEL PACÍFICO. Chile declara la Guerra a España, que destaca al Pacífico una flota de 8 buques de guerra, 2 transportes y otros menores. Después de diversos enfrentamientos navales, se produce la batalla de El Callao,  navales (2 may. 1866) con la que prácticamente termina la guerra, aunque la paz oficial definitiva con Chile no llegará hasta 1883.

19.- 1868 (10 oct.). GUERRA DE LOS 10 AÑOS. Insurrección separatista y antiesclavista en Cuba. Desde España se envían unos 200.000 hombres que se añadían a la guarnición de la isla que eran otros 125.000 efectivos. El 10 de febrero de 1878 se firma el Pacto de Zanjón, que da fin a la guerra. Los jefes rebeldes van aceptando el pacto en las semanas siguientes.

 

 

 

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