LA SUPERFICIALIDAD DE ALFONSO XIII
Alfonso XIII era un gran aficionado al cine
y conocía a muchos actores norteamericanos con los que había coincidido en
Cannes, Niza, Montecarlo y otros centro europeos de ocio.
En cierta ocasión, siendo ya ex - rey,
encontrándose en Hollywood en casa de su amigo el actor Douglas Fairbanks, éste
se ofreció a presentarle al artista de cine que él prefiriese.
Alfonso dijo querer conocer al cómico Roscoe
C. “Fatty” Arbuckle. No era mala la elección real pues “Fatty” no era un
cualquiera; además de ser el actor mejor pagado de su época, había colaborado
con Chaplin y con Buster Keaton fichando, incluso, a este último para su propia
productora.
Pero Fairbanks le contestó que esa
presentación iba a ser muy difícil, haciendo referencia a que, tras haber
causado la muerte de una chica del mundo de la farándula hollywoodiense, al
violarla con una botella de champán durante una orgía, “Fatty”, aunque había
podido eludir la cárcel, había caído en desgracia y, de hecho, había
desaparecido de la vida social.
La reacción de S. M. no pudo ser más
frívola.
-
¡Pues qué
injusticia, porque eso le puede ocurrir a cualquiera!
Anita Loos,
guionista de la Metro-Goldwin-Mayer y exitosa autora de la novela “Los
caballeros las prefieren rubias”, fue testigo presencial de este episodio y lo
relata en sus memorias, publicadas en España bajo el título “Adiós a Hollywood
con un beso” (Tusquets1988).
La literata, por el mal gusto que
el rey exhibió con este comentario, se convirtió en no exactamente una fan del
Borbón.
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