jueves, 4 de mayo de 2023

EL CANTÓN MURCIANO QUE SOBREVIVIÓ A LA REPÚBLICA

 

El Cantón de Cartagena (ya vimos que en un principio se llamó Cantón Murciano), en principio solo era un peón más de un plan insurreccional ideado desde el Comité de Salud Pública de Madrid inspirado por Roque Barcia[1]. Pero así como los demás cantones fueron laminados por las tropas del gobierno o el hastío de los rebeldes, éste no solo fue el que más duró  sobreviviendo a la propia República, sino que se convirtió en emblema del movimiento cantonal. Por ello y por sus elementos épicos y románticos, creo que requiere un tratamiento diferenciado.

El sustrato ideológico que justificaba a los rebeldes, tanto en Cartagena como en los demás cantones, era el incumplimiento por parte del gobierno de las promesas que había hecho. Un periódico de Cartagena explicaba que los políticos, tras tomar el poder «han cogido miedo al pueblo». Ahora se esperaba que la rebelión cantonal desintegrase el conservadurismo del stablishment republicano.

El 12 de julio se inicia la rebelión en Cartagena ocupando militarmente los sediciosos los principales puntos de la ciudad y alrededores. Al día siguiente el  ayuntamiento dimite y es sustituido por un Comité de Salud Pública a cuya cabeza coloca al diputado intransigente Antonio “Antonete” Gálvez, recién llegado de Madrid. Éste, tras proclamar el cantón, arenga a la marinería de la escuadra surta en el puerto para que se subleve contra la oficialidad. Poco después se suman a la insurrección el batallón de infantería de marina, el regimiento Iberia 30 y el de cazadores de Mendigorría 21, todos ellos de guarnición en la plaza. Ya el día 14 se planta en Cartagena, el teniente general Juan Contreras Román, también diputado intransigente, que conmina a los oficiales de la marina a adherirse al movimiento o abandonar la ciudad, y que toma el mando del ejército sublevado que, como digo, ya estaba estratégicamente desplegado. La oficialidad de marina abandona sus barcos, por cierto, las mejores unidades de la Armada Española, que de esta forma quedan en poder de los rebeldes.

Para mostrar su insumisión a un gobierno timorato que no se atreve a dar el paso de crear la República Federal, los edificios oficiales y los buques sublevados enarbolan una bandera roja en lugar de la española oficialmente reconocida. La reacción del gobierno es dictar un decreto (20 de julio) declarando piratas a los buques al servicio del cantón[2], lo que autoriza a los carcos nacionales y extranjeros a tratarlos (y a sus tripulaciones) como tales. De inmediato los diputados intransigentes presentaron una propuesta  (21 de julio) para derogar tal medida, pero el gobierno fue claro: si los buques no tienen patente de navegación, ni oficialidad, ni órdenes y llevan una bandera que nadie conoce ¿De qué otra forma se les podría catalogar? La propuesta de los intransigentes fue rechazada por 90 votos contra 110, lo que es indicativo de lo que estaba ocurriendo en Madrid.

Las nuevas autoridades cartageneras inician una campaña para conseguir la adhesión (y ya de paso el botín), de todas las zonas aledañas al eje Murcia – Cartagena que era en realidad el núcleo de la sedición. Y así el general Contreras desembarca en Mazarrón el 18 de julio y al día siguiente en Águilas, implantando sendos cantones anexos al murciano y obteniendo fondos y alimentos para Cartagena.

Mientras, en la Carrera de San Jerónimo, ese mismo día 18 dimitía Pi i Margall accediendo al poder Nicolás Salmerón.

El día 20, zarpan 2 fragatas, llevando a bordo una de ellas a “Antonete”, con rumbo a Alicante para implantar el cantón, Los sediciosos desembarcan pacíficamente en la ciudad, pues sus autoridades y la guarnición habían huido. Gálvez solicitó 12.000 duros y que la ciudad se declarase cantón anexo al de Murcia-Cartagena. No logró el dinero, y aunque los alicantinos aceptaron implantar el cantón, en cuanto los barcos rebeldes desaparecieron en el horizonte regresaron a la obediencia al gobierno legalmente constituido.

De regreso a Cartagena, las fragatas hicieron escala en Torrevieja desembarcando el día 22. Los recibió la entusiasta lideresa[3] Concha Boracino, de quien ya hemos hablado en la entrega nº 6. Gálvez pidió a la ciudad 25.000 duros, aunque a la hora de la verdad sólo se recaudaron 3.500. Pero lo peor fue que en cuanto zarparon ya el día 23, uno de los barcos expedicionarios, precisamente aquel en el que viajaba Gálvez, fue interceptado por el buque prusiano Friederick Karl. El líder cantonalista fue retenido durante varias horas por el teutón y, aunque fue puesto en libertad al día siguiente, la fragata quedó requisada y fue devuelta al gobierno central.

Dos días después, viendo que en Madrid no se formaba el esperado régimen federal y que la revuelta general fracasaba, se crea en Cartagena el “Directorio Provisional de la Federación Española” y el 27 se activa el “Primer Gobierno de la Federación Española”, Federación Española que era la que se esperaba que hubiese instituido el poder ejecutivo de “Madrid”. Roque Barcia, llegado ese mismo día, fue nombrado presidente; el general Contreras vicepresidente[4], y Gálvez ministro de… ¡Ultramar!, no sin antes haber recibido el fajín de general.

En esas mismas fechas (día 25) sale una expedición terrestre de Cartagena que, tras pernoctar en Totana, entra el día 26 en Lorca, en donde obtiene una exacción de 4.600 duros, pero sin conseguirse su leal adhesión al movimiento cantonal. El 30 entran en Orihuela a tiros, pues las fuerzas del orden de la población (11 guardias civiles y 40 carabineros), pusieron resistencia y hubo varias bajas. En el enfrentamiento los insurrectos sufrieron un muerto y dos heridos, recibiendo así los sediciosos su bautismo de sangre. Los cartageneros se llevaron 1.000 duros y dejaron unas autoridades federalistas a quienes se les pasó el federalismo, igual que en Lorca, en cuanto desaparecieron las tropas de “Antonete” Gálvez.

Dos días después, bajo el mando del general Contreras, salen hacia las costas de Almería y Málaga dos fragatas, con un fuerte contingente de infantería e infantería de marina. A la primera de esas ciudades se le exige la salida de la guarnición y la entrega de 100.000 duros, pero los almerienses se niegan, así que el día 30 se bombardean los edificios militares de la población. Pero Almería se mantiene firme y contesta con su propia artillería, de forma que Contreras decide abandonar la acción llevando consigo 8 muertos.

 


Continúa la expedición, ahora sobre Motril, donde logra desembarcar el 31 de julio. Aquí los expedicionarios obtuvieron, además de tabaco y asistencia médica para sus heridos, 2.000 duros en metálico y otros 8.000… ¡En pagarés que debían cobrarse a su vencimiento en la ciudad de Málaga!

Cuando los dos buques cantonales se dirigían a la capital malagueña, son interceptados por una fragata acorazada británica (HMS Swiftsure) y otra alemana (SMS Friedrich Karl, a quien ya conocemos) que capturan casi sin oposición a los rebeldes. Los barcos son confinados en el puerto de Gibraltar desde donde serán devueltos a las autoridades legales españolas, mientras que las tripulaciones y tropas apresadas son desembarcadas en el fuerte de Navidad[5], en la punta oeste de la bocana del puerto de Cartagena.

Ante el cerco que las tropas del gobierno tienen sometida a la ciudad de Valencia, el Cantón Murciano, con el fin de ayudar a los asediados y mantener divertido al enemigo, decide cortar la línea ferroviaria Madrid – Valencia. Para ello envía una expedición de 8.000 hombres que es interceptada en Chinchilla por 3.000 soldados del general gubernamental Salcedo. Pero durante el enfrentamiento llegan noticias de que Martínez Campos ha entrado en Valencia, así que los cantonalistas se desmoralizan y son arrollados por las tropas leales, perdiendo unos 500 hombres, de los cuales 28 son oficiales, además de 250 fusiles y 4 cañones. 

Todos los historiadores coinciden en que la derrota de Chinchilla (10 de agosto) supone un hito en la historia del Cantón, pues en adelante se observan tres circunstancias nuevas: por una parte aparecen disensiones en la cúpula revolucionaria cartagenera; por otro, comienza el cerco definitivo  militar a Cartagena y, por ultimo, tal vez consecuencia de lo anterior, que los cantonalistas parecen pasar de una actitud belicosa a otra más bien defensiva, donde la mayoría de las acciones militares que emprenden son de rapiña más que de “evangelización” de los pueblos y ciudades cercanos tal y como antes ocurría.

 

 

 



[1] Diputado intransigente, gramático de profesión. Probablemente el motor intelectual de la rebelión.

[2] Es frecuente creer que fue el uso de la bandera roja lo que los convertía en piratas. Pero el decreto del día 20 no dice nada al respecto, aunque el asunto sí aparece en el subsiguiente debate en las Cortes.

[3] Increíblemente la RAE acepta esta palabreja.

[4] En realidad Contreras había sido elegido presiente, pero al llegar Roque Barcia a Cartagena, le cedió el cargo. Otras informaciones dicen que Barcia quedó como vicepresidente 1º.

[5] Años después se construyó allí un faro, que hoy subsiste, también llamado de Navidad.

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