lunes, 11 de agosto de 2014

JULIA, REINA DE ESPAÑA QUE NUNCA ESTUVO EN ESPAÑA


Aunque los hermanos José y Napoleón Bonaparte habían sido novios de, respectivamente, las adineradas hermanas Desirée y María Julia Clary, el futuro emperador fue enredando las cosas de tal manera que, al final, José se casó con Julia y Desirée se casó con otro (Bernadotte).
Ni que decir tiene que cuando Napoleón hizo a su hermano José rey de España (1808), su esposa Julia se convirtió automáticamente en nuestra reina. Pero es una reina desconocida para todos los españoles por tres razones: a) porque nunca se ha escrito una biografía sobre ella; b) porque no se interesó por las vanaglorias áulicas y c) porque jamás pisó la Piel de Toro.
Julia, aunque fue princesa heredera (consorte, porque su marido lo fue) del trono imperial, reina de Nápoles y por último de España, no era una cortesana al uso. No le atraía ser reina y era propietaria de un espíritu sensible, alejado de lo que por entonces se estilaba en las reuniones palaciegas en las que se podía escuchar, entremezclado, el bélico tintín de espuelas y tizonas con el más sugestivo de los frufrús de rasos y sedas de guardainfantes y canesús y de los trajes escotados diseñados con el novedoso “talle imperio”.
Como se ha dicho, Julia no se dejó caer por España y residía en París en el Palacio de Luxemburgo, como reina que era, desde donde escribía a su marido animándole a perseverar en el trono pese a las dificultades. José, rodeado de amantes, contestaba a sus misivas, el muy ladino, disuadiéndola de cualquier proyecto de venir a la Península.
Al producirse la derrota francesa en España (1813), Napoleón, sin mayor protocolo, repone en el trono a Fernando VII y le dice a su hermano José que, con la mayor discreción, desparezca del suelo ibérico.
José se retira a la finca de los Clary en Mortefontaine (Oise), donde le espera Julia. Desde allí escribe a Napoleón comunicándole que, para salvaguardar los intereses de los españoles afrancesados que le acompañan, va a redactar una abdicación formal ante él.
Pero Napoleón (no se puede ser más borde) le contesta: “No necesito que renuncies; tú ya no eres rey de España”. A pesar de todo, José Bonaparte escribe su renuncia que decide firmar en un acto oficial en presencia de su mujer y de sus ministros.
Así que el primer acto de soberanía en que participó la reina consorte de España Dª Julia fue la abdicación de su marido… ¡que conllevaba la suya!



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