viernes, 20 de marzo de 2015

PRIMERA IGLESIA QUEMADA EN LA II REPÚBLICA (HPA)


El 10 de mayo de 1931, menos de un mes después de la proclamación de la República, se inauguraba en Madrid, en la calle de Alcalá, la sede de un futuro partido monárquico que se presentaría a las próximas elecciones a Cortes Constituyentes. Promovía tal “Círculo monárquico independiente” el director del periódico ABC, Juan Ignacio Luca de Tena.
La “juerga” inaugural se amenizaba con un gramófono a todo volumen que permitía oír desde la calle los acordes de la “Marcha real” (aún himno oficial de España), lo que suponía una  provocación para  los transeúntes.

Casa Profesa de los Jesuitas, en la calle Flor Baja, junto a la actual Gran Vía.
Además, dos monárquicos que acudieron al Círculo en taxi, tuvieron un altercado con su conductor. Surgieron en defensa de su colega otros taxistas y, en el fregado, ardió un coche. El rumor de que los realistas habían asesinado al taxista corrió por Madrid, así que la izquierda se reunió amenazante ante la sede de ABC en la calle de Serrano. Los monárquicos llamaron a la Guarda Civil y, en la bronca posterior, sonaron algunos disparos muriendo dos paisanos y quedando un niño herido leve.
Luego los congregados marcharon en manifestación hacia la Dirección General de Seguridad, mientras algunos quemaban un quiosco donde se vendía prensa católica y rompían los ventanales del Casino Militar y el escaparate de una librería religiosa. Esa tarde, un exaltado disparó contra la muchedumbre reunida en la Puerta del Sol dejando herida a una persona; fue capturado por la masa y linchado.
Por la noche Miguel Maura, ministro de Gobernación, quiso sacar la Guardia Civil a las calles, pero el presidente Alcalá Zamora y el ministro de la Guerra, Azaña, se opusieron. Incluso, cuando Maura informó de que sabía por sus espías que se preparaba para el día siguiente una “quema de iglesias”, Azaña respondió que eso no sería otra cosa que una manifestación de justicia inmanente, que es una forma intelectual de presentar la teoría de que toda mala acción sufre automáticamente una pena, como si la justicia fuese perfecta.
En efecto, a primeras horas de la mañana del lunes día 11, el gobierno, reunido de nuevo, se entera de que la Casa Profesa de los jesuitas en la calle Flor Baja de Madrid, estaba ardiendo.
Maura solicitó otra vez sacar a la Guardia Civil, pero volvió a encontrarse con el no de Azaña que manifestó que todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano. Las llamas estaban quemando en Flor Baja una biblioteca con 80.000 volúmenes, consideraba la segunda en importancia del país,  que conservaba ediciones príncipe de nuestros clásicos y algunos incunables.
Así empezó todo. En Madrid ardieron 9 edificios y se intentó, sin éxito, que  lo hiciesen 12 más. En toda la nación ardieron, con mayor o menor intensidad, alrededor de un centenar de iglesias y conventos. ¡En fin…!

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