martes, 16 de septiembre de 2014

¡BUENA LA QUE SE VA A ARMAR! La inutilidad autista del general Juan Carlos Aréizaga


El general Juan Carlos Aréizaga había tomado el mando del Ejército de la Mancha el 23 de octubre de 1809 sustituyendo al general Eguía, depuesto por la Junta Central de Cádiz. Con unos efectivos de 51.968 infantes combatientes, 5.776 jinetes, algunas unidades menores de zapadores y 35 cañones, este Ejército era la más importante masa de maniobra que el ejército de España podía presentar contra las tropas napoleónicas.
El 19 de noviembre, tras tomar los hombres de Aréizaga posiciones en Ocaña (Toledo), quiso el general ver con sus propios ojos la maniobra del Ejército napoleónico que, bajo el mando del mariscal Soult se desplegaba al norte, en las cotas más bajas de la ribera del Tajo en Aranjuez.
Subió el general a un campanario y, catalejo al ojo, dio un vistazo al enemigo que había puesto sobre el terreno a 40.000 infantes, 6.000 caballos y una buena fuerza artillera. Además, para mandar la operación, el propio rey José I Bonaparte se desplazó desde Madrid al teatro de operaciones.
Cuando bajó de la torre, el jefe del Ejército de la Mancha venía sin color.
-Mi general –preguntó algún ayudante pelota- ¿Hay alguna noticia buena?
-¿Buena? –Contestó Aréizaga demudado- ¡Buena la que se va a armar!
Y de ahí no se le pudo sacar. Se inició la batalla y él, como un autista, repetía obsesivo la frase olvidándose de impartir órdenes. La broma costó a su ejército 4.000 hombres entre muertos y heridos, unos 15.000 prisioneros, gran cantidad de piezas de artillería y casi todo el tren logístico. Los franceses, por su parte, no tuvieron más allá de 2.000 bajas. Ni que decir tiene (no olvidemos que esto sucedía en España) que el general Aréizaga fue felicitado por la Junta gaditana.
Pérez Galdós, en “Gerona”, uno de sus Episodios Nacionales, le menciona y le califica como un “hombre nulo en el arte de la guerra, en cuya cabeza no cabían tres docenas de hombres”.

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