El 12 de agosto la ciudad de Murcia, se rinde sin mayores dificultades al general Martínez Campos, pues el Gobierno de la Federación decidió no defenderla; desde entonces se adopta oficialmente el nombre de Cantón de Cartagena. Sólo tres días después el ejército se planta ante la plaza rebelde estableciendo un cerco que ya no cesará hasta su total rendición.
Ahora en Cartagena ya se ha perdido la ilusión por agrandar el Cantón y solo se pretende conseguir el mayor botín posible para sobrevivir. Así el 11 de agosto Gálvez vuelve de nuevo sobre Torrevieja y, aunque esta vez no es recibido demasiado afectuosamente, consigue hacerse con el armamento de una compañía de Voluntarios de la República, algo de dinero, algunas caballerías y todo lo que pudo esquilmar en almacenes y despensas.
El 16 de ese mes Gálvez organiza otra expedición, ahora terrestre, a Águilas, Garrucha, Vera, Cuevas de Almanzora, Turre y Mojácar. En ninguna de esas localidades es necesario pegar un solo tiro. A su vuelta a Cartagena lleva un botín de 25.000 pesetas y abundantes víveres. El 30 cae sobre Orihuela donde se ha de enfrentar con la Guardia Civil, pero consigue instaurar efímeramente el cantón y, desde luego, vaciar las arcas municipales. Y así, poco a poco, las operaciones militares se van centrando sobre todo en la rapiña o en sacudirse la presión del asedio gubernamental.
El 2 de septiembre dimite el Gobierno Provisional de Cartagena y se forma un Junta Soberana de Salvación. En el nuevo organismo ya no todos son intransigentes y algunos puestos son ocupados por diputados benevolentes. Como era de esperar, empiezan a aparecer dos posiciones en la plaza, los entreguistas y los que están dispuestos a resistir hasta el fin.
Mientras, en Madrid, el 7 de septiembre se produce un nuevo relevo en el Gobierno Central: dimite Salmerón y se nombra nuevo Presidente del Poder Ejecutivo a don Emilio Castelar.
![]() |
El bombardeo gubernamental de Cartagena durante su asedio en 1873, en el contexto de la rebelión cantonal, en una caricatura de la revista La Madeja Política. Desde una perspectiva republicana federalista pero contraria a los revolucionarios cantonalistas, Tomás Padró muestra Cartagena como una ciudad mal defendida y tomada por la miseria. |
El infatigable “Gálvez” el día 10 hace una salida con 1.000 hombres, consiguiendo desalojar a los leales del punto estratégico de Cabezo de Beaza, una altura al nordeste de la ciudad, desmantelando las obras defensivas que el ejército centralista había construido.
El día 11 de ese mes la escuadra cantonal, compuesta por tres fragatas acorazadas y un vapor de ruedas, sale en busca de la flota gubernamental formada por 8 navíos de distintos portes. El encuentro se produce a la altura de bahía Portmán (10 millas al este de Cartagena) y los resultados quedaron inciertos arrojando un saldo de una decena de muertos y unos 30 heridos por cada bando, escabechina que pudo ser mayor si no hubiese sido porque algunos navíos extranjeros se interpusieron entre los combatientes,
El día 13 los barcos cartageneros intentan una nueva salida, pero el contralmirante Lobo, que mandaba la flota gubernamental, rehúye el combate y decide retirarse hacia Algeciras. El escándalo en Madrid fue mayúsculo, pero lo cierto era que la escuadra leal era mucho peor que la rebelde. Además Lobo, que estaba falto de combustible, sabía que contra las baterías de costa cartageneras se hacía imposible el bloqueo por mar.
El día 20 las Cortes toman la decisión de suspender sus sesiones hasta el 2 de enero de 1874. Tal acuerdo sirve a los políticos intransigentes de Madrid para estimular a los rebeldes a resistir, pues les hacían creer, tal vez con buena voluntad, que ese sería el día definitivo en que en las Cortes se declararía la República Federal Cantonal[1], lo que legalizaría su sedición.
El 19 de septiembre los rebeldes vuelven a la carga contra Alicante. 13 barcos de marinas extranjeras rescatan a sus compatriotas y algunos de ellos quedan en la dársena para evitar el seguro bombardeo, pues los alicantinos incumplían las condiciones que los sediciosos les impusieron. El día 27 los cantonalistas lanzaron 500 bombas contra la ciudad haciendo 8 muertos (2 niños) y 40 heridos. Ante la respuesta de la artillería de la plaza los buques regresaron a Cartagena tras 6 horas de bombardeo.
Los rebeldes, el 17 de octubre, envían 3 fragatas y un vapor (vigilados por 3 buques británicos), cargados de soldados y de políticos, hacia Valencia. La idea era rehabilitar su cantón y proclamar el de Barcelona, esperando que la extensión del conflicto a otras ciudades del Mediterráneo aliviaría la presión sobre Cartagena. Pero en la tarde del día 20 una de las fragatas chocó fortuitamente con el vapor hundiéndose ambos barcos y muriendo en el evento 12 personas. A pesar del incidente la operación continuó, pero la decepción de los sediciosos fue grande al comprobar que en Valencia nadie les hizo demasiado caso. Esto les llevó a abortar la operación en Cataluña, así que se volvieron a Cartagena con las dos fragatas supervivientes y algunos barcos menores de los que se habían apoderado en Valencia.
Los días 6 y 7 de noviembre se celebraron en la plaza elecciones a la nueva Junta Cantonal. Ganan los diputados intransigentes como Roque Barcia o el general Contreras, siendo el candidato más votado “Antonete” Gálvez que obtiene 3.155 votos. Pero a pesar del triunfo de los cantonales, se detectan indicios de derrotismo en la ciudad. Como síntoma, el día 20 Gálvez detiene a los mandos militares de la plaza pues se sospecha que conspiran para entregar Cartagena a las fuerzas gubernamentales.
Pero el cerco se iba cerrando y el día 22 los rebeldes tienen que hacer una salida con más de 1.500 hombres para sacudirse el ceñido asedio.
Cuatro días después comienza el bombardeo de la plaza por parte de la artillería gubernamental. Caerán unos 700 proyectiles diarios hasta la rendición de los sediciosos, con una tregua (conseguida por la mediación de algunas marinas extranjeras) el día 28 para enterrar a los muertos y evacuar a los heridos y a parte de la población civil.
El día 10 de diciembre el general López Domínguez, que ahora tiene 8.000 hombres, toma el mando del sitio sustituyendo al general Ceballos que había sustituido a Martínez Campos.
El 16 de ese mes, Roque Barcia se dirige al presidente de los Estados Unidos Ulysses S. Grant solicitando su ingreso como un estado más de la Unión, lo que le permitiría ampararse bajo la bandera norteamericana. Naturalmente que la misiva jamás obtuvo respuesta[2]. Por aquellas fechas parece que Barcia empieza a renegar de su actitud federalista o, cuando menos, a plantearla de forma menos irracional.
El día 30 de diciembre se incendia una fragata en mitad de la dársena y se va a pique (¿Acaso un atentado de los entreguistas?), y el día 6 de enero estalla un polvorín cercano a un punto donde se refugiaban ancianos, mujeres, niños y heridos, muriendo casi 400 de ellos. Mala suerte.
El día 3 de enero el general Pavía entra en el Congreso y la República (si es que lo que había era una república) desaparece de la Historia de España durante los siguientes 48 años. Las esperanzas del Cantón de Cartagena se desvanecían. Tanto esfuerzo y tanta sangre estaban resultando inútiles.
Ahora los acontecimientos en Cartagena se precipitan. El 9 de enero el general Contreras intenta recuperar la batería del Calvario, al este de la ciudad, y aunque se combate cuerpo a cuerpo no lo consigue[3]. Y en la noche siguiente, la guarnición del fuerte de la Atalaya[4], una posición estratégicamente dominante situada en un cerro solo a dos kilómetros de la ciudad, la rindió sin resistencia a las fuerzas del gobierno. Y aunque horas después Gálvez, con 200 hombres, intenta recuperar la loma, no tiene éxito. La caída de ambos baluartes hacía indefendible Cartagena.
En la madrugada del 12 de enero la Junta Cantonal de Cartagena decide la capitulación de la ciudad si bien con el voto negativo del tenaz “Antonete” Gálvez, del general Contreras y de algunos intransigentes más. En las primeras horas de la tarde del día 12 la fragata Numancia y el vapor Darro intentan evacuar de la plaza a 1.700 personas, entre las que se encuentra lo más florido del cantonalismo cartagenero[5]. El Darro, con 75 personas a bordo, es capturado por la escuadra gubernamental, pero el Numancia consigue deshacerse del bloqueo a cañonazos llegando a Mazalquivir (Argelia) en la mañana del día 13.
Ese mismo día 13 toma posesión de la plaza el general López Domínguez. Atrás quedaban 184 días de insurrección de los que durante 150 sufrió un severo asedio y de los que, en fin, 48 fue bombardeada con unos 30.000 proyectiles. Fueron 184 días pletóricos de, como dije al principio, elementos épicos y románticos, pero también bochornosos para España que tuvo que ver cómo un conflicto interno hubo de ser solucionado con ayuda de flotas foráneas.
[1] Recuerda a cuando en 1938 Negrín, con la Guerra Civil perdida, alimentaba las esperanzas de los de su bando haciéndoles creer que si se conseguía “incorporar” nuestra Guerra a la inminente II Guerra Mundial, las “potencias” ayudarían a la República. Vanas esperanzas en ambos casos.
[2] Sospecho que EEUU, que estaba ayudando a los mambises rebeldes en la guerra de Cuba, consideraría seriamente la oferta aunque no fuese más que por debilitar a España.
[3] En la acción fueron heridos el propio Contreras y un hijo de Gálvez.
[4] Durante el período cantonal a esta posición se la denominó “Castillo de la Muerte”.
[5] Roque Barcia, que no huyó en la Numancia, más tarde alegó que estaba en Cartagena no por propia voluntad, sino porque no le dejaron salir. Con tan rastrera declaración se labró su propio desprestigio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario