jueves, 10 de enero de 2013

FELIPE V CONTRA SU ABUELO




La forma en que Felipe V llegó a ser rey de España (1700-1746) parece indicar que se debió, más que a otra causa, al interés que en ello puso su abuelo, Luis XIV de Francia, el rey Sol.
En efecto. Felipe de Borbón, futuro V de los de su nombre en España, era nieto de Luis XIV y María Teresa de Austria.
No quiero haceros un lío, pero el hecho de que esta María Teresa fuese hija de Felipe IV de España era lo que, muerto Carlos II el Hechizado sin descendencia, otorgaba al francés Felipe derechos sobre la corona española.
Luis XIV tuvo un hijo llamado Luis que, al ser el heredero a la corona, era el Gran Delfín de Francia (1661-1711). Este Luis tuvo un primogénito, llamado también Luis, que era el heredero del heredero al trono francés.
Curiosidad: lo de Gran Delfín no es un título como podría serlo Gran Elector de Baviera o Gran Maestre de la Orden de Malta, no; lo de Delfín sí era un título, pero lo de Gran era por lo gordo que estaba.
Luis XIV no quiso que sus dos delfines sucesivos se calasen la corona española, pues sabía que aquellas naciones europeas (pocas) que aún no estaban bajo su férula nunca permitirían que, de hecho, los cetros de Francia y España estuviesen empuñados por una única mano.
Así que, para poder reinar él en España por persona interpuesta, se las ingenió para que Carlos II, en su testamento, nombrase al segundo hijo del Gran Delfín, Felipe, como heredero a la corona española, saltándose en la línea de sucesión a Luis (Gran Delfín) y a su hijo Luisín (Delfinito).
El interés del Rey Sol por gobernar el impero español a través de su nieto, si no fuese ya patente sólo por los movimientos políticos que realizó antes de su coronación, lo sería porque para poder reinar su nieto en España, Luis XIV hubo de sostener una costosísima guerra en nuestro país contra el candidato Habsburgo (la Guerra de Sucesión), que duró nada menos que 12 años y que corrió a cargo del Tesoro Público galo.
Coronado Felipe V, todo aparentaba que ya España estaba también bajo las ávidas garras del Rey Sol. Pero existe una carta preciosa en la que nuestro Felipe V contesta a una reconvención que le hace su abuelo y que dice: “es necesario cuando menos, que cuando toméis una decisión lo hagáis de acuerdo conmigo”. La reprimenda ya parece indicar que Felipe V había actuado, como rey de España, al margen de la opinión de su abuelo (y no como otros monarcas europeos que reinaban genuflexos ante el poder de Luis XIV). Pero leamos la respuesta de nuestro rey, que demuestra que no era una marioneta en manos del todopoderoso Rey Sol:
“Ha sido Dios quien me ha coronado rey de España y yo defenderé el trono mientras me quede una gota de sangre en las venas, pues soy deudor de mi conciencia, mi honor y el honor de mis súbditos. Estoy convencido de que ellos jamás me abandonarán”.
Sin duda ningún otro monarca de Europa hubiese tenido el coraje de dirigirse en ese tono a quien todo lo podía por entonces.
Otra curiosidad. Ni el Gran Delfín ni el delfinito llegaron a reinar en el país vecino y menos aún en España. Luis XV de Francia, el sucesor de Luis XIV, fue hijo del delfinito y biznieto, por tanto, del Rey Sol. Más vale pájaro en mano…


HISTORIA PARA AMIGUETES.- XXXI
10.01.11
 

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