viernes, 7 de diciembre de 2012

ALFONSO VI Y SU HERMANA





Fernando I de León y Castilla (1028-1037), al morir, dejó sus estados a sus cinco hijos repartiéndolos de la siguiente forma: a la mayor, Urraca, la hizo señora de Zamora (que cae en verso); a Sancho, el varón mayor, rey de Castilla; a Elvira, su segunda hembra, señora de Toro; a Alfonso, futuro Alfonso VI, rey de León y, por último, al pequeño, García, rey de Galicia.
Toda una concatenación menos que casual de traiciones, batallas y asesinatos hicieron que Alfonso, para 1072, fuese ya rey de Galicia, León y Castilla. No es por hacer un lío al AMIGUETE, pero a quien conocemos como Alfonso VI era, en efecto, Alfonso VI de León, pero sólo Alfonso I de Castilla (no había habido más reyes de Castilla que su padre, Fernando). Los historiadores, para unir las dinastías de León y de Castilla, utilizan una convención y así evitan enredarse.
Vamos un poquito para atrás. En 1072 Sancho, hermano de Urraca y de Alfonso, tiene cercada a ésta en Zamora, ciudad en la que se habían refugiado los partidarios de Alfonso que, por entonces, se encontraba acogido a la égida del rey moro de Toledo. Como es sabido, un traidor, el famoso Vellido (o Bellido) Dolfos, sale de la plaza cercada, se llega hasta el real de los sitiadores y, de violenta lanzada, se cepilla al rey sitiador.
Pero ¿Por qué estaban los nobles proalfonsinos en la ciudad de Urraca?
Sancho y Alfonso habían usurpado el trono gallego manu militari a su hermano menor, García, convirtiéndose así Sancho en rey de Castilla y Galicia, aunque parece que compartiendo el poder con su fraternal “socio”.
Pero la ambición de Alfonso, que no era “nada más que rey de León” (bueno, o de Sancho, que no era “nada más que rey de Castilla y Galicia”), es tal que ambos hermanos se enfrentan (Golpejara, enero 1072) siendo Alfonso derrotado y apresado. Sancho le perdona la vida por los ruegos de Urraca, pero le encierra en Burgos.
También a ruegos de Urraca, poco después le da la libertad aunque confinándole bajo palabra, tonsurado y como fraile, en un monasterio benedictino en Sahagún.  Pero Alfonso rompe su palabra y en cuanto puede escapa con ayuda de Urraca (y de unos cuantos frailes), refugiándose en la corte del rey moro de Toledo.
Tras su victoria en Golpejara Sancho se intitula rey de León también, pero la nobleza leonesa se resiste a aceptarle. Así, tras algunas escaramuzas, los seguidores de Alfonso se encuentran acogidos al amparo de los muros zamoranos de la inevitable Urraca, mientras Sancho tiene la plaza cercada.
Es entonces cuando Bellido Dolfos (que, por si es de interés, en romance quiere decir “el bello Adolfo”) comete el más arriba citado regicidio.
Conocida esa muerte por Alfonso, regresa de inmediato a territorio cristiano asumiendo, otra vez con apoyo de Urraca, las coronas de Castilla, León y Galicia que le correspondían la por muerte de Sancho. Y como aún era soltero ¿A quién hace reina?: exactamente; a su hermana Urraca.
Parece que la instigación al asesinato de Sancho, ya en su tiempo, era atribuida a Urraca, que había prometido a quien lo ejecutase nada menos que su propio cuerpo. El romance del “Cerco de Zamora” es sugerente:
Desque le tuviera muerto                 metióse por un postigo.
Por las calles de Zamora                  va dando voces y gritos.
-¡Tiempo era, Doña Urraca,   de cumplir lo prometido!
Hay historiadores que consideran que una Urraca solterona, bella y de unos espléndidos 38 años, pagó a Dolfos con placer lo prometido.
Pero a lo que vamos, que, claro, tanta complicidad, tanta complicidad, se hace sospechosa para el historiador (y para cualquiera), así que ciertas fuentes moras y algunas cristianas más tardías  (finales del s. XIII), opinan simplemente que la relación entre Urraca y Alfonso sobrepasaba lo meramente fraternal para llegar al incesto.
Desde luego, el dato historiográfico que proporciona más credibilidad a esa relación incestuosa, que fue apuntada por el arabista galo Lévi Provençal, es su aceptación por investigador tan riguroso como Menéndez Pidal, tras décadas rehusando dar crédito a esa especie.
También se rumoreó algo respecto a las relaciones de Alfonso con su otra hermana, Elvira, pero Don Ramón considera esta posibilidad como más dudosa e indemostrada.


HISTORIA PARA AMIGUETES.- XXVIII
06.12.12


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