miércoles, 26 de diciembre de 2012

CUENTO DE NAVIDAD


Como otros años, te felicito las fiestas navideñas con un emotivísimo cuento de Navidad. Ahí va:


Andaban despacio, descorazonados,  cabizbajos… Nevaba. El odiado paro se había abatido sobre ambos con todo su abrumador peso.
-Yo no sé qué va a ser de nosotros Machín.
-Desde luego. Dos mil doce años trabajando para ellos y mira ahora; de golpe, de patitas en la calle.
-Chico, yo no sé. No creo que haya sido culpa de San José. Era un buen tipo, algo chapado a la antigua pero un buen tipo.
- Y luego va el Benedicto ese y dice que si tal y que si cual. Pero vamos a ver ¿No era teólogo? Pues que se dedique en sus teologías y a nosotros los animales que nos deje en paz. Y ellos, nada: a obedecer al papa. Te digo, Cascabela, que eran unos santurrones. Había que oírlos; ¡todo el día hablando de Dios!
-Bueno, Machín, compréndelo. Es que Dios era familia del Niño Jesús. Es como si tú fueses familia de Rodríguez de la Fuente; estarías todo el día hablando de él.
Ambos callaron mientras seguían su camino hacia ningún sitio.
Machín era buey “colorao” bien gordo, bien cornudo y con ricitos en la testuz. O sea, como debe ser todo buey que se precie. En realidad su nombre de pila era Machote, pero tras su emasculación perdió gravedad en la voz y los mugidos le salían como aflautaditos, así que la gente le degradó de Machote a Machín.
Cascabela, por su parte, era una lustrosa mula torda, corta de crin y con una culata bien redonda y sólida que era la envidia de las otras acémilas de la cuadra. Tenía además unos ojos  oscuros y almendrados, muy atractivos y de largas pestañas. Y eso que no se las pintaba porque, como los solípedos no tienen dedos, no podía coger el cepillito del rímel. Era terca de carácter, eso sí, porque era de Borox, aunque también muy simpática (acaso por la misma razón).
-Lo malo es que ahora con dos mil dieciocho años que tengo no sé quién me va a coger para trabajar –rompió el silencio Cascabela- ¿De qué viviré en adelante?
-Y encima Herodes, con esto de la crisis, no hace más que recortes y seguro que no cobraremos más de cuatro dracmas en el paro.
-Me veo sin porvenir. En fin, con suerte puedo terminar dando vueltas con una noria.
-Feliz tú, porque a mí lo más fácil es que, en cuanto me vean por ahí, me den matarile y me vendan en chuletas. No sé yo qué es mejor.
- Ni yo.
Se volvió a hacer el silencio entre ellos. Andaban abstraídos en sus pensamientos cuando, de pronto, una luz blanquísima y brillantísima les deslumbró cegándoles.
Cuando al poco tiempo recuperaron la visión, ante ellos se encontraba un varón bellísimo vestido con una túnica azul cielo y que llevaba una varita en la mano.
-No temáis –dijo con voz algo engolada-. Soy San Aligústrato taumaturgo y vengo de parte de Dios Padre a solucionar vuestros problemas. A ver ¿qué os pasa?
Ellos le expusieron sus dificultades, quejándose del trato injusto de sus patronos después de tantos años con ellos. Ahora no veían una solución terrenal, pero pidieron a San Aligústrato que, ya que era taumaturgo, hiciese un milagro y les proporcionase una forma de vivir digna y, en lo posible, que no estuviesen muy separados el uno del otro, pues eran ya muchos años estando juntos en el portal.
Caviló un poco San Aligústrato y de pronto el rostro se le iluminó:
-¡Ya está! Os puedo convertir en el matrimonio Obama.
Se negaron rotundamente. Para mí que fue por el color de la piel de los Obama (el colmo hubiese sido llamarse Machín y ser negro), pero lo disimularon alegando que no podrían formar matrimonio porque ella era mula y él buey y sería algo contra natura.
La verdad es que rechazaron todo lo que les propuso San Aligústrato. No les gustó ser Karmele Marchante y Mariñas, ni Pepiño Blanco y María Teresa Fernández de la Vega, ni Casillas y Sara Carbonero, ni la Merkel y Durao Barroso… (el tío no les ofreció ser Brad Pitt y Angelina Jolie, que seguro que hubiesen dicho que sí).
-Bueno, chicos. Yo no puedo brindaros más oportunidades.
-Pues yo –respondió muy digna Cascabela- prefiero vivir en la indigencia a aceptar lo que nos has propuesto hasta ahora.
-Eso –ratificó el buey que, como tal, era bastante cachazas.
-Pues entonces yo ya he terminado con lo que venía a hacer, así que me abro.
Y levitando un poquito movió la mano en señal de despedida y se diluyó en el éter ahora ya sin deslumbramientos ni ninguna otra de esas alharacas que tanto gustan a los seres celestiales.
Antes de volver al cielo San Aligústrato se pasó por el Portal de Belén y comunicó al Niño Jesús el resultado de su gestión: fracaso total.
Inmediatamente el Niño Jesús, saltándose a Dios Padre, llamó a San Pedro, que era el Consejero Delegado del Cielo, y le preguntó.
-A ver ¿Qué pasa con Cascabela y con Machín?
-Pues nada, que están muy quejosos porque San José, siguiendo las consignas del chico este, Benedicto, les ha echado del portal de un día para otro.
-Bueno, pues eso me lo tienes que solucionar, no sólo porque es de justicia sino porque no me quedaba más que ver cómo los pobres se nos vuelven rojos.
-No fastidies Maestro.
-Tú verás. Bueno, soluciona este asunto con urgencia.
San Pedro llamó al Arcángel San Gabriel, que era el subsecretario del Cielo y le contó lo que ocurría. Pero Gabriel se quitó un poco de en medio.
-Yo creo que quien puede tener la solución –dijo el arcángel patrón de los diplomáticos- es San Vicente Ferrer, que es el jefe del negociado de milagros.
- Pues ¡hala!; habla con él.
Fue a buscarle y le encontró preparando una paella de pollastre.
-¡Vicentet!
-Dime Gabriel, hijo.
El arcángel San Gabriel, con cara de preocupación, le puso al tanto de cómo estaban las cosas en la Tierra con  Cascabela y Machín.
-Y lo peor es que Jesús se teme que se puedan volver rojos.
-¡Non fot…! ¡Huy, casi se me escapa! Perdona, que en el cielo no se puede decir tacos. Bueno, no te preocupes, creo que tengo la persona adecuada. Además ahora está en racha y hace unos prodigios inefables. Le voy a dar las instrucciones correspondientes.
La mula y el buey, cada uno por su cuenta y sin decírselo al otro, rezaban al Niño Jesús para que les echase una manita en aquel trance cuando, de pronto…
 -¿Qué es eso que viene volando? –preguntó sorprendida Cascabela.
-Parece un ángel pero… pero… No puede ser. Tiene las alas rojas y blancas.
-¡Santo Cristo de Lezo! -profirió la mula- Pero si es… ¡El arcángel San Falcao!
-El ser más milagroso del Paraíso –apoyó Machín.
El arcángel San Falcao, mientras los semovientes intentaban recuperarse de su sorpresa, había aterrizado con suavidad junto a la pareja.
-Paz a los bichos de buena voluntad –proclamó con cierto acento sudamericano.
Y prosiguió.
-Vengo a ofreceros algo a lo que no renunciaréis. Os voy a convertir en los caballos de mar que tiran de la carroza en el monumento que hay en Madrid dedicado a Neptuno.
-Bueno ¿Y ahí qué se hace?
-Nada. Se espera uno a que el Atleti de Madrid gane un Campeonato y ya está.
-No parece muy cansado ese trabajo –dijo Machín.
-Desde luego –corroboró apenado San Falcao-. Más descansado de lo que te imaginas.
Se cuchichearon en las orejas ambos cuadrúpedos y tomó la palabra Cascabela.
-Aceptamos. Pero con la condición de que tú ayudes con tus milagros a que el Atleti de Madrid gane muchos títulos.
-La verdad es que ya lo vengo haciendo, pero prometo no cejar en el empeño.
Y tocándoles con un borceguí de oro que a estos efectos llevaba en la bocamanga de su túnica, les convirtió en hipocampos de piedra y los trasladó en un pispás a Madrid.
Ahora el espíritu de Cascabela y Machín está dentro del alma de los caballos de piedra de la estatua de Neptuno. Si se acerca uno lo suficiente a ellos podrá escuchar como la mayoría del tiempo están rezando dando gracias al Niño Jesús por haberles dado esa ocupación.
San Vicente fue a dar el parte al arcángel San Gabriel.
-Asunto solucionado, jefe. Ni Cascabela ni Machín serán ya rojos.
Y San Gabriel, que es un madridista acérrimo, le contestó.
-Ya, pero les has hecho rojiblancos. No sé yo que es peor.
En fin. Te digo que con gente como San Gabriel se le quitan a uno las ganas de ir al Cielo.
¿O no?
Pues eso es lo que hay.
Eso y que te deseo a ti y a los tuyos toda la felicidad del mundo en esta Navidad del Señor. Y aún más felicidad (o sea, toda la del mundo y pico) para el año 2013.
Un fuerte abrazo.
Canel.

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