A los buenos conocedores de
Madrid, los dos octosílabos “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”,
les sonarán porque han debido verlos escritos con grandes caracteres en una
pared medianera, que ya no media con nada, en la plaza de Puerta Cerrada. Sobre
fondo lila y debajo el texto, hay pintada una piedra de pedernal y un rectángulo
negro que digo yo que querrá significar una barra metálica chocando con el
pedernal.
Parece que la frase completa es
“Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y mi
blasón”. Confieso que la articulación literaria de las dos primeras frases la desconocía hasta que la vi en la pared esa a
la que me refiero y que la “composición” entera, con el horrendo eneasílabo
final, la ignoraba hasta hace cuatro o cinco años. Creo que todo es un invento
moderno, pero eso no es necesariamente malo ¿No?
Enrique III de Castilla
(1390-1406) tuvo la idea peregrina de hacerse amigo del imperio mongol (no
debió encontrar nada más cercano). Para ello envió a Samarcanda a un embajador,
Ruy González de Clavijo, que es uno de los primeros madrileños importantes de
la Historia.
Llegado que hubo el enviado de Enrique III a
la capital imperial (1403), quedó impresionado por el lujo de la ciudad y del país.
Pero por otra parte estaba preocupado porque tenía que “vender” la calidad de
Castilla cuando, en realidad, su tierra era un desastre en comparación con
aquella.
Para más inri, circulaba la
especie de que el emperador tenía un anillo hecho con una piedra transparente
que se oscurecía cuando alguien intentaba engañarle. Ni que decir tiene que al
que era sorprendido mintiendo se le cortaba la cabeza.
Cuando González de Clavijo fue
recibido por Tamerlán, para impresionarle le dijo que venía de una ciudad,
Madrid, que tenía sus muros de fuego, estaba construida sobre agua y se entraba
por una puerta que no se podía abrir. La nobleza mongola observaba expectante
alternativamente el anillo de Tamerlán y el gaznate del embajador, pero nada
sucedió.
La explicación es muy sencilla: la ciudad estaba
edificada sobre agua porque debajo de Madrid hay un acuífero; los muros eran de
fuego porque la muralla de Madrid era de pedernal, de manera que, cuando era
atacada, las puntas metálicas de las flechas y las lanzas hacían saltar chispas
al chocar con ella. Y, por último, la puerta que no se abría era Puerta
Cerrada, exactamente la plaza de ese nombre donde se encuentra la pared
medianera pintada a que me refería al principio.
La embajada tuvo cierto éxito, pero no se alcanzó
ningún acuerdo porque el emperador mongol cometió el error de morirse en 1405. Don
Ruy, que se mantuvo en Samarcanda hasta 1406, escribió un libro llamado
“Embajada a Tamorlán”. Aún hoy existe un barrio en Samarcanda que se llama
Madrid y el nombre de su principal avenida es Ruy González de Clavijo
HISTORIA PARA AMIGUETES.-
XXX
20.12.12
http://madridafondo.blogspot.com.es/2010/05/fui-sobre-agua-edificada-mis-muros-de.html
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