El llamado “bando nacional” durante la Guerra Civil,
además de la importante ayuda “oficial” de Alemania e Italia, recibió la de
otros voluntarios extranjeros. Franco no tenía excesivo interés en esa ayuda,
pues temía que la URSS, si veía a otros países echándole una mano, denunciase
el acuerdo de No Intervención, y la desaparición de ese tratado permitiría a
Francia y Gran Bretaña ayudar a la República. Así que el número de los que vinieron
fue pequeño en proporción a los que lo solicitaron.
El grupo más numeroso fue el de los llamados “Viriatos”
portugueses (literalmente “Viriatos” sólo lo fueron los primeros 150 llegados, todos
ellos asesores) que, según la mayoría de
los historiadores, fueron algo menos de mil. No formaron unidad propia
por el temor de Oliveira Salazar a la opinión británica, así que se alistaron desperdigados entre la Aviación, la Legión o las milicias de la Falange o del Requeté.
por el temor de Oliveira Salazar a la opinión británica, así que se alistaron desperdigados entre la Aviación, la Legión o las milicias de la Falange o del Requeté.
El segundo grupo en importancia fue el de los
irlandeses. Aunque en Irlanda se enrolaron 10.000 voluntarios, el veto de su
gobierno y la falta de barcos españoles para traerlos hizo que el contingente se
redujese a unos 700 hombres, que llegaron en grupos pequeños y clandestinamente
en los dos últimos meses de 1936..
Con esos efectivos humanos, se fundó la XV bandera
(batallón) del Tercio. En febrero del 37 se desplegó en el Jarama donde, aun
sin participar en la batalla, sufrió algunas bajas. Por sus constantes y graves
problemas de disciplina (siempre por el alcohol) y por su escasa eficacia en
combate, Yagüe disuelve la unidad. Entonces los irlandeses votan para decidir
si se quedan en España por libre o si se vuelven a Irlanda. Gana esta última
opción por 654 votos a 9. Así que en junio de 1937 se repatrían vía Lisboa.
También vino en ayuda de los rebeldes un contingente
de aquellos “rusos blancos”, que combatieron contra la revolución soviética
entre 1917 y 1920, enviados por una Unión de Excombatientes parisina. Llegaban
pasando clandestinamente los Pirineos (los gendarmes franceses mantenían un
tupido control de la frontera) aunque algunos lo hicieron por mar.
Se esperaba poder alistar una bandera de la Legión
totalmente rusa, pero como sólo llegaron 96 hombres no se pudo formar la unidad,
con lo que cada uno se fue enrolando en el Requeté o en la Legión. Quien más
rusos recibió (treinta) fue el Tercio de Aragón “Doña María de Molina”, donde
juntos pudieron formar sólo una sección.
Entre los voluntarios había antiguos generales (uno de
ellos de sesenta años), coroneles y oficiales. Todos quedaron encuadrados como
soldados rasos aunque, lógicamente, pronto ascendieron alcanzando muchos el
empleo de capitán. Terminada nuestra guerra, bastantes volvieron a la carga
contra el comunismo en la División Azul.
Otro grupo fue el de los franceses. Los voluntarios
galos, contra los deseos de su gobierno (en Francia también gobernaba el Frente
Popular), llegaron individualmente alistándose en la Legión, los carlistas o la
Falange.
En Mayo de 1937 Burgos autorizó la organización de
una bandera de la Legión en Talavera de la Reina, con el nombre de “Jeanne d’Arc”.
La idea era reagrupar a los combatientes que ya estaban encuadrados en la
Falange o el Requeté (no los que estaban en el Tercio) a los que se añadirían
otros 3.000 voluntarios que aún estaban en Francia, más 68 vehículos y diversos equipos de sanidad. El compromiso de
los que viniesen sería por toda la campaña excepto si su país entraba en
guerra, en cuyo caso serían licenciados para combatir con su patria.
A finales de junio, Yagüe comunica al Cuartel
General de Burgos que entre los voluntarios galos ha detectado a dos espías del
gobierno francés. Pero lo peor era que, por entonces, toda la recluta se
reducía a dos oficiales (enemistados porque ambos pretendían mandar la unidad)
un sargento y veinticinco soldados. De los tres mil, “rien de rien”.
Durante el verano llegan a ser 200 hombres, con lo
que algunos se atreven a catalogar aquello de bandera y otros sólo de compañía.
En septiembre ya eran solamente 2 oficiales, 8 sargentos, 10 cabos y 59
legionarios; el 26 de ese mes Burgos decide que la bandera se convierta en
compañía.
En adelante, aunque se agregaron 6 belgas, 6
argelinos, 5 rusos y 5 suizos (todos francófonos), la compañía nunca alcanzó
los 75 hombres. Varias razones se alegan para justificar tan parca cosecha,
pero parece que las rencillas entre los partidos de derechas galos,
responsables de la recluta, así como algún que otro latrocinio entre las
organizaciones encargadas de recaudar fondos para la bandera, no fueron ajenos
a este fracaso.
Además de los citados, hubo 7 rumanos (dos se
ganaron una Medalla Militar Individual) y 4 norteamericanos (aviadores). En
diversas unidades se han localizado soldados de nacionalidad croata, estonia,
filipina, finlandesa, holandesa, húngara, letona, polaca, suiza, yugoslava y de
otros orígenes, entre los que se encuentra un buen puñado de hispanoamericanos.
Portugueses, irlandeses, franceses, rusos blancos,
belgas, argelinos y todos los voluntarios citados en el párrafo anterior, no
alcanzaron entre todos los 2.000 hombres.
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