Los
hermanos franceses Eliseo y Onésimo Reclus (ambos anarquistas) escribieron
entre 1875 y 1894 una sensacional Geografía Universal de la que, por su inesperada
“modernidad” me permito copiar a la letra la parte del texto referido a
Afganistán y sus habitantes:
“Endurecidos
[los afganos] por su clima, vigorosos, groseros, bravos, sanguinarios y
vengativos y casi todos ellos hombres morenos, sacudieron el yugo persa a
medida del siglo XVIII. Desde entonces su cielo terrible, sus montes caóticos,
sus estepas hambrientas y sedientas y sus torrentes sin puentes, que se pasan
en balsas sobre barriles vacíos o por vados traidores y fríos, los han
preservado de una nueva esclavitud. Sus enormes vecinos, el ruso y el inglés,
se los disputan, e Inglaterra ha sostenido con ellos una guerra reciente, pero
sin llegar a reducirlos. Domados por el falso amigo del Norte o por el falso
amigo del Este, el imperio eslavo se juntaría con el imperio universal inglés,
y sobrevendrían indudablemente grandes conflictos en Asia”.
“Acercándose a cualquier pozo del desierto –dice un derviche del país- se oye siempre ruido de disputa. Son un inglés y un ruso que se disputan la conquista. Y junto a la boca del pozo está el afghane (sic) con una gran piedra para romperles la cabeza”.
“En una
tierra tan montañosa como esta y con un pueblo tan turbulento no es posible
hacerse obedecer. Los afghanes se dividen en muchas pequeñas “naciones” ó zai, que a su vez se subdividen en
tribus y clanes (kheil)”.
Bueno,
pues cámbiese inglés por norteamericano y… nihil
novum sub sole.
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