miércoles, 13 de febrero de 2013

¿TIENE LA MUJER ALMA? “Una mentira repetida mil veces se convierte en verda” J.Goebbels .



Una especie de moda entre progres, ateos y agnósticos a la violeta es la de que la Iglesia Católica, durante mucho tiempo, negó que la mujer tuviese alma. Los foros de internet están llenos de correos que repiten esta idea con algunas variaciones. Hay un gazpacho de datos en el que unos dicen que esto fue así hasta el Concilio de Trento (1545-1563), otros que hasta el de Macon (585), otros que hasta el de Nicea (325), otros que fue en alguno de estos dos últimos en los que se decretó la ausencia de alma, otros más que en alguno de los tres se aceptó a la mujer como ser animado (de ánima) pero tras una votación que se ganó sólo por un voto, o por dos…
En fin; un batiburrillo de incultura que cuesta creer.
En el Antiguo Testamento, de los 12 títulos de Libros Históricos 3 llevan nombre de mujer; en el cristianismo, el papel de la Virgen como segundo personaje de la “jerarquía” es definitivo; quienes estaban en el Gólgota, a excepción de Juan, eran mujeres; las primeras personas a quien se apareció Cristo resucitado (en puridad, los primeros cristianos) eran mujeres; la contabilidad de las santas (propuestas por la Iglesia como modelos) antes de Trento es inacabable; la presencia de almas femeninas en la iconografía tradicional (véase, por ejemplo, el Pórtico de la Gloria) es apabullante…
En Lutero, que incorporó a la jerarquía de su Iglesia a la mujer, no hay una sola referencia a esto, cuando hubiese sido una buena crítica contra Roma. “Historia criminal del cristianismo” (Karlheinz Deschner.- Ed. Martínez Roca, S.A. 1990) y “Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica” (Pepe Rodríguez.- Suma de Letras, S.L. 2000), libros poco sospechosos cuyos títulos ya lo dicen todo, no hacen ni una sola mención a este asunto.

Uta Ranke-Heinemann, una teóloga feminista que ha escrito en contra de la virginidad de María, dice textualmente: “Hay que decir con toda claridad que no es cierto que la Iglesia haya llegado a dudar en algún momento de que las mujeres tengan alma o de que sean seres humanos. Se cree que en el concilio de Macon (585), se llegó a discutir si la mujer tenía alma. Pero eso no es exacto”.
En fin, lo peor no es que se pueda o no creer una cosa u otra, lo malo es la falta de espíritu crítico, porque hay cosas que son insostenibles.  Ahora se riza el rizo y cuando se piden pruebas de su aserto a quien tal cosa afirma, suele salir diciendo que, claro, la Iglesia se ha encargado de destruirlas.
En el Concilio de Macon de 585, que era un concilito provincial sin mayor importancia, no un Concilio Ecuménico, un obispo preguntó sobre si la mujer puede ser “designada” como homo, como ocurre en el Génesis. Se trata, pues, de una cuestión filológica pues homo, como ocurre en todas las lenguas romances y en inglés, significa tanto ser humano como varón.
Gregorio de Tours (que estaba allí y es por quien conocemos estas noticias) y los demás padres conciliares se remitieron a la narración bíblica de la creación: “Y creó Dios al hombre a su imagen: a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó”. El obispo que había preguntado se contentó con la respuesta y el asunto no tuvo la menor repercusión en el Concilio; ni siquiera aparece en canon alguno de los 19 firmados en esa asamblea.
Los enciclopeditas franceses y ciertos panfletos socialistas han hecho el resto. Me pregunto cómo se explicarán el que un ser sin alma tuviese obligación de confesar, comulgase o fuese al infierno.
Ya lo dijo Goebbels: “Una mentira repetida mil veces…”

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