Las causas de esa
“caída”, en una taxonomía un tanto grosera, se pueden clasificar en 5 grupos:
1.- Desmoralización de la población: desinterés por la res pública.
2.- Razones
sociales: crecimiento de un cristianismo transnacional; revueltas sociales (la bagaudia);
primeros balbuceos del feudalismo.
3.- Razones económicas: escasez de oro; cambio
climático; crisis del modelo de producción a base de esclavos.
4.- Razones sanitarias: hambrunas, plagas y…
5.- ¡Y el plomo!
Sesudos sabios (miembros de conspicuas instituciones académicas), creen
firmemente que el saturnismo, que es la intoxicación por plomo, a través sobre
todo del vino, volvió majareta a la clase dirigente romana. Uno de esos
investigadores, de nacionalidad canadiense, publicó esta información
en el New England Journal of Medicine (Marzo
1983).
En Roma, las fórmulas para elaborar vino aconsejaban utilizar marmitas de plomo y, para su mejor conservación, hervirlo en peroles de ese metal. Textualmente se puede leer: "el vino debe hervirse a fuego lento en recipientes de plomo ya que en vasijas de cobre toma mal sabor”.
La aristocracia ingería gran
cantidad de plomo diariamente; tal vez hasta
250 mg/día. Por su parte, las clases bajas y los esclavos sólo se
atizaban de 30 a 15 mg/día. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera
40 mg/día el límite para no llegar a la intoxicación.
Pero aún hay más. Otros tan sesudos
historiadores científicos como los anteriores, mantienen que el hecho de que
los romanos de las ciudades tuviesen con frecuencia en sus casas y en el
servicio de cloacas municipal (como se puede ver en Pompeya) cañerías de plomo,
hizo que se fueran envenenando poco a poco, no solamente por el consumo de agua
contaminada por ese plomo sino también por la permanente emanación saturnina.
Paralelamente, claro, los romanos se fueron
volviendo medio gilipuertas también poco a poco. Así se hunde cualquier
imperio.
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