sábado, 30 de marzo de 2013

USURA


La usura es el préstamo de dinero cobrando por ello unos intereses mayores de los considerados legal o moralmente lícitos.
La palabra usura está relacionada con el verbo usar. Exactamente de la misma forma que apertura está relacionada con el verbo abrir, cabalgadura con cabalgar y empuñadura con empuñar, pues el diccionario de la R.A.E., sobre la entrada “–ura”, nos dice entre otras cosas que este sufijo forma sustantivos derivados de verbos. ¿Del verbo usar?: usura.
Cuando en la Edad Media alguien solicitaba un crédito en monedas de oro, al recibirlo, comprobaba que generalmente las monedas tenían menos peso del noble metal que el que anunciaba su valor facial. El pobre prestatario interrogaba al prestamista sobre tal circunstancia y el prestamista, que solía ser un judío, respondía que las monedas se habían ido desgastando por el uso (por la usura), mostrando cómo, efectivamente, las piezas no eran perfectamente redondas sino que parecían desgastadas, como limadas, en la parte exterior del círculo. Claro, el uso las había desgastado (el uso y, desde luego, la lima del judío que, obrando así con todas las monedas que prestaba, obtenía de forma tan artera un pingüe sobreinterés).
Para evitar estas prácticas abusivas (el que va a solicitar un préstamo suele ir ahogado) a partir del siglo XVI el tálero alemán lleva ya el canto labrado; con el tiempo los cantos estriados o tallados, conteniendo figuras o textos, se imponen en todas las monedas. Aunque hoy día ya no sirven más que para embellecimiento e identificación de las monedas, no hay que olvidar que  en su origen suponían un testigo del control del “uso” que sufrían.
Como curiosidad diré que las monedas de 10 centavos de dólar americano, los populares dimes, llevan 118 estrías en su canto, mientras que los quarters, de 25 centavos, llevan  119 estrías.
Todas las religiones dictan normas contra la usura, sobre todo la cristiana, pero, sorprendentemente, no iba a ser menos la hebraica. ¿Cómo se explica, pues, que los judíos tengan fama de usureros?
La Biblia, que es bastante diáfana y severa en su doctrina contra la usura, cuenta que Moisés le dice al pueblo judío trasladándole las instrucciones recibidas por Yavé en el Sinaí: “Si le prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como usurero, no le exigirás interés” (Ex 22,25). Así que el asunto está meridianamente claro: el judío sabe que no puede prestar a los pobres sean judíos o no (a los unos porque lo tiene prohibido y a los otros porque son pobres), aunque sí a los ricos, sean judíos o no (porque la ley habla sólo de los pobres).
Shylock, el judío protagonista del “El mercader de Venecia”, de Shakespeare, abunda en este cínico planteamiento.

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